Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 30/05/2012 02:00
'Mi deseo de morir'
El suicidio es la manifestación de dolor más grande que el ser humano puede enfrentar. El quitarse la vida nos habla de un vacío real, donde no hay ningún sentido para vivir. El suicida piensa que no tiene medios ni formas para afrontar problemas como el aislamiento social, la muerte de un ser querido, un hogar desecho, una enfermedad grave, la vejez, el desempleo, desilusiones amorosas, problemas económicos, entre otros.
Según la OPS, el suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente en jóvenes entre 15 y 24 años y la sexta causa de muerte entre 5 y 14 años, en que, se experimentan temores y fuertes sentimientos de estrés, confusión, presión para lograr el éxito, e inquietudes financieras. Para algunos, el divorcio, la formación de nuevas familias con padrastros y hermanastros, las mudanzas a otras comunidades, pueden perturbarles e intensificarles las dudas acerca de sí mismo. Y, aunque el suicidio no se llegue a concretar, los jóvenes experimentan pensamientos e intentos suicidas. No debemos desentendernos de lo que están viviendo, de sus angustias, tristezas, inseguridades; es preciso acercarnos y mostrarles interés y comprensión aunque ellos rechacen la ayuda. Si la etapa juvenil fuera todo lo dulce que nos cuentan los poetas, la cifra estadística de suicidios sería cero en las edades antes mencionadas.
Las señales o síntomas frecuentes de un joven suicida: cambios de hábitos en el dormir y en el comer, distanciarse de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales, actitudes violentas, comportamiento rebelde, bajo rendimiento escolar, deserción escolar, uso de drogas y/o de alcohol, descuido en su arreglo personal, cambios pronunciados en su personalidad, aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, tristeza, depresión, pérdida o desinterés de sus pasatiempos y otras distracciones, poca tolerancia a elogios o premios, quejas frecuentes de molestias físicas como dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven. El suicidio es un problema multifactorial que no puede ser considerado como una conducta aislada, se da siempre en un contexto que es necesario conocer y comprender con amplitud.
Dentro del perfil del suicida tenemos: el suicida egoísta: son personas generalmente solicitarias con dificultad para integrarse a la sociedad; el suicida altruista: la persona pertenece a un grupo, pero con la creencia de que ningún sacrificio que haga es demasiado grande, un ejemplo sería el de los que se inmolan para llamar la atención a una causa; y, el suicida fatalista: cree que lo provoca una excesiva regulación social y familiar que restringe por completo su libertad personal. El suicidio puede ser de dos maneras: el directo y sin retorno como el pegarse un tiro en la sien o en la boca o, el ahorcarse o, el cortarse las venas a toda profundidad; y, el indirecto, resultante de una situación voluntaria e imprudente al conducir un vehículo de motor o prácticas arriesgadas de algún deporte, etc. En todos los casos citados, se siente una desesperación y una frustración tremenda, real, fuerte e inmediata.
En los casos de suicidio que he atendido se habían pasado por alto los indicios de lo que el adolescente planeaba hacer o no se les había dado la debida importancia. Por tanto, que quede claro que toda sospecha de tendencia suicida debe tomarse en serio, aunque a las finales solo sea un llamado de atención de parte del afectado. Pensar que un ser humano se sienta vacío, que no vale la pena, que es un estorbo, que nada tiene de bueno, que no tiene el apoyo de nadie, que se sienta rechazado e inútil, es verdaderamente agobiante.
¿Qué estamos haciendo con la juventud? ¿Dónde está nuestra responsabilidad? ¿Qué estamos logrando con un ritmo de vida tan acelerado y egoísta, que no da tiempo de atenderlos? Las políticas económicas y sociales que impulsan a ser exitosos, a tener cada vez más sin importar el modo en que se consigan las cosas que creemos nos hacen felices y poderosos; las ideas que venden los medios de comunicación sobre la moda que mientras más flaco estés, mientras más consumas alcohol y drogas, mientras más llegues a altas horas de la madrugada a tu casa, más te consideran en tu círculo de amistades; así como, las políticas de género y de legislación que pretenden destruir la Institución Familiar, patrocinando leyes antinaturales donde se degrada la figura sexual del hombre y la mujer. Todo esto lo que hace es que los antivalores triunfen sobre los verdaderos valores familiares y humanos. No seamos ciegos a la realidad actual, esa realidad que nos arrastra hacia un suicidio colectivo.
Un problema tan grave como el suicidio tiene soluciones complejas a nivel psicológico a modo de ayudar a esa criatura a encontrar un motivo de vida. Sin embargo, parte determinante es el amor de los familiares cercanos donde presten sus oídos para escucharle, sus ojos para verle, sus hombros para sostenerle. El hombre es administrador, no propietario de la vida que Dios en su infinito amor le ha confiado.
Muchos son los jóvenes que afrontan dificultades sin quedar totalmente desconsolados como para quitarse la vida. Con el tiempo se adaptan y encaran las vicisitudes que da la vida con fuerza moral, mientras otros sucumben en franca agonía. Por tanto, si observas en tu hijo cualquier indicativo de atentar contra su vida, no lo subestimes, busca ayuda inmediatamente.
ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.