• 25/04/2019 02:00

Miopía anticonstituyente

Así como el abogado y político Mario Galindo usa referentes históricos de intelectuales ya idos para desvirtuar los procesos constituyentes

Así como el abogado y político Mario Galindo usa referentes históricos de intelectuales ya idos para desvirtuar los procesos constituyentes, voy a usar el reverso de sus referencias argumentales para salirle al paso a los que le tienen fobia a las constituyentes.

Como moneda, todo argumento tiene un anverso y un reverso. Los principales argumentos de Galindo son que ya se ha avanzado con una serie de reformas que han cubierto muchas falencias temáticas en la Constitución del 1972 y que ir a constituyente es someter el país a una afectación de la economía.

Cierto que se han introducido temas importantes, casi ripios, como el enunciado de que Panamá no tendrá ejército (¿y qué son Senafront y Senan?), que, como todos vemos, esos temas no han contribuido a salir de la crisis política de fondo que se agudiza con todo tipo de vileza de los actores en el poder.

Él y muchos ponen como ejemplo positivo el Título canalero, Título que, si bien no ha degradado como el conjunto de la vida política, es el que ha permitido que cada presidente nombre en la Junta Directiva, no solo a amigos y socios, sino amigos y socios que arrastran colas de paja con denuncias penales y hoy día están entrando otros amiguitos del presidente Varela, lo que nos dice que la degradación está en marcha y alcanzará las bellaqueras de otros sectores de la vida institucional.

El otro argumento, aunque maquillado con bastante hojarasca, es que una constituyente utilizaría un tiempo en que se desaceleraría la economía. Ese es el temor de los hombres nacidos en o al servicio de los negocios. Pero no hace un acto de transparencia y mimetiza más aún el principal argumento, que no es otro que un proceso constituyente empieza bastante en tabla rasa y los del poder constituido, él e infinidad de empresarios y políticos que se aprovechan de estar cerca del poder pueden perder este poder. Ahí está la clave del asunto. ¿Para qué abrir a discusión el poder político, si hasta ahora a ellos les ha ido bien?

Pero Mario Galindo no habla del principal elemento del reverso de la moneda, que es la oportunidad de docencia ciudadana y democrática que conllevaría el ejercicio, si el acuerdo por el que se convoca el proceso constituyente es hecho por los más íntegros, los más aptos y los más ilustrados. Dentro del concepto íntegro está la búsqueda del bien común.

Los miopes anticonstituyentes no le dan valor al hecho de que la constituyente es mucho más que redactar cambios o nuevas normas, es educar en ciudadanía que debe desembocar en una sociedad más democrática. Si los que llevan el proceso constituyente entienden que si todos los habitantes del Istmo están bien o acercándose a ese estado, ellos estarán bien. Nada es absoluto, y hasta el ejercicio constituyente puede fallar, como puede fallar una cirugía simple a un paciente que la necesite, pero los parches han demostrado que en los 47 años de vigencia de la Constitución de 1972, la de la dictadura, hemos degradado. Y seguiremos degradando, si no motivamos a que el ser ciudadano pleno sea la meta.

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