• 13/02/2012 01:00

Para arreglar el mundo, ir a Misa...

Corría el año 1959. En Prato, una ciudad italiana que está muy cerca de Florencia, va a ocurrir un extraña discusión. En la sede del Pa...

Corría el año 1959. En Prato, una ciudad italiana que está muy cerca de Florencia, va a ocurrir un extraña discusión. En la sede del Partido comunista italiano han organizado una conferencia sobre temas de actualidad.

A la misma se presenta un señor maduro, Renzo Buricchi, conocido porque trabaja en una tienda en la plaza municipal. Algunos lo miran con recelo. Se intuye que la reunión va a tener un sabor especial.

Terminada la conferencia siguen algunas intervenciones de los presentes. Luego se levanta Renzo Buricchi y los rostros de muchos muestran su sorpresa.

Renzo empezó con un saludo a los presentes: ‘Paz y bien a todos’. Luego abordó un tema que, ante aquel auditorio conocido por su hostilidad hacia la Iglesia, parecía sumamente difícil de exponer.

‘Si vuestro ideal de justicia, inspirado sobre todo en querer ayudar a los últimos y a los más débiles no se alimenta de espiritualidad, toda vuestra actividad se volverá inevitablemente estéril e improductiva. Por consiguiente, hay que espiritualizarse, porque sin esto, cualquier ideal, incluso el más generoso, está destinado a fracasar’.

Había un extraño silencio en el salón. Aquel hombre corpulento siguió, serenamente, su discurso.

‘Si logramos actuar sobre nosotros mismos, y si dejamos guiar y alimentar nuestro ideal de justicia por el Señor Dios, podremos realmente cambiar el mundo; porque el que es capaz y está dispuesto, como estamos nosotros, a pagar personalmente por la pertenencia a esta idea, tendrá la posibilidad de llegar a ser un cristiano verdadero y auténtico, porque os aseguro que ningún otro ideal o verdad presunta puede comparársele. Por eso nosotros tenemos que llevar a cabo una revolución total en nosotros mismos y, remontándonos a la voz interior que ha suscitado el ideal, encontraremos al Padre que nos fortalecerá y nos guiará’.

Aquellas palabras, en la sede del partido comunista, eran demasiado. Un murmullo se extendió entre los asistentes. Alguien empezó a murmurar: ‘Está loco... Es cosa de locos...’ Una voz más fuerte dijo, con un tono claramente sarcástico: ‘¡De seguir así iremos a Misa!’.

Renzo escuchó estas palabras mientras seguía ante el micrófono. Respondió ante aquella voz retadora con claridad: ‘¡Exacto, es justamente eso lo que hay que hacer!’.

Tras esa anécdota hubo otras historias en la vida de Renzo Buricchi. Pero las palabras dichas en aquel local comunista, entre personas que vivían lejos de la Iglesia Católica, dejó huella en algunos de los presentes. Uno de ellos, con el pasar de los meses, reencontró la fe y volvió a la vida como creyente.

En el mundo moderno, entre crisis económicas, problemas psicológicos, tensiones familiares, angustias existenciales, y propuestas de todo tipo para arreglar las sociedades, necesitamos que también hoy alguien nos recuerde que necesitamos ‘espiritualizarnos’, y que la solución a tantos problemas está, sencillamente, en ir a Misa...

La historia de Renzo Buricchi —1913-1983— ha sido narrada por Marcello Pierucci en Un cipresso per maestro, Cantagalli, Siena 2011. Marcello estuvo presente en la famosa conferencia de 1959.

*SACERDOTE Y FILÓSOFO. ROMA, ITALIA.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus