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- 25/11/2016 01:00
Ser ciudadano del mundo
He oído el término ‘ciudadano del mundo'. ¿Qué significa serlo? Mucha gente cree que el término ‘ciudadano del mundo' significa una persona que habla muchos idiomas. Sin embargo, un ciudadano del mundo es aquel que puede, con relativa facilidad, entablar amistad con gente de otros países, que no considera que los principios de su nación se aplican en todo el mundo, y que puede adoptar una perspectiva global, mirando más allá de las fronteras y las razas.
También incluyen a todos los que trabajan por la paz mundial, rezan de todo corazón por la felicidad de toda la humanidad y trabajan de un modo altruista por el bien de los demás. Los que tienen un sentido de la responsabilidad por el futuro del mundo y entienden a quienes actúan con empeño, pueden llamarse también ciudadanos del mundo.
Así que básicamente, para convertirte en un ciudadano del mundo, tienes que desarrollar tu carácter y tu sentido de la humanidad, así como tu voluntad de trabajar por el bienestar de las personas y la sociedad.
Existe una historia famosa sobre Chiune Sugihara, que, como Oskar Schindler, de la famosa Lista de Schindler, ayudó a los refugiados judíos a escapar del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. En 1940, Sugihara era cónsul del Japón en Lituania. Una multitud de refugiados judíos procedentes de Polonia, donde estaban siendo masacrados, fueron a ver a Sugihara, para pedirles visados y pasar así, a través de Japón, a un tercer país.
Sugihara pidió tres veces al Ministerio japonés de Asuntos Exteriores que le diera luz verde para otorgar los visados, pero el Ministerio se negaba constantemente.
Estaba muy molesto, pero al final tomó una decisión. No podía abandonar a quienes venían a pedirle ayuda. Así que hizo caso omiso de las órdenes y emitió los visados, salvando cerca de seis mil vidas.
Después de la Guerra, obligaron a Sugihara a dimitir del Ministerio por desobedecer órdenes. En 1991, el Ministerio le devolvió su buen nombre con carácter póstumo. Su viuda, Sachiko, dijo en una entrevista a un periódico: ‘Las vidas de todas las personas son valiosísimas, sean de la raza que sean. Mi marido estaba convencido de que no era correcto que un ser humano se negara a ayudar a los necesitados, especialmente si podía hacer algo'. El verdadero ciudadano del mundo puede compartir, como ser humano igual, el sufrimiento y la tristeza, así como la felicidad y la alegría de otros, cualquiera que sea su nacionalidad o su raza. Este tipo de persona puede unirse a otras para fomentar los intereses humanos comunes.
Como ciudadano del mundo, es importante mantener la palabra empeñada.
Los políticos, incluso los de mi propio país, tienen fama de hacer promesas cuando visitan a otras naciones, y luego las olvidan en cuanto ponen el pie en su tierra. Y esa no es la manera de ganarse la confianza de los demás.
La clave está en la amistad. Las virtudes que hacen falta para ser un ciudadano del mundo son: no traicionar nunca a los amigos y alimentar y desarrollar fuertes lazos de amistad.
Es posible que algunos piensen: ‘¿para qué quiero ser un ciudadano del mundo?', pero quieras o no, es en este siglo en que el que debes encontrar tu lugar en la sociedad, para contribuir, aún más, a la unificación del mundo.
El fallecido presidente egipcio, Hosni Mubarak, me comentó en una oportunidad que había oído decir a otro dirigente lo siguiente: ‘Hoy en día, ningún país puede producir ni una caja de cerillas por sí solo. El palo de la cerilla viene de un país, el azufre, de otro, la caja de otra, y el pegamento de otro. Tienen que cooperar muchos países para producir hasta una simple caja de cerillas'.
La globalización de las mercancías y la producción se está llevando a cabo a una velocidad asombrosa, al igual que la globalización de la información, especialmente con el crecimiento de la Internet. Por estas razones, la globalización del intercambio de diálogos, de las bases, son absolutamente fundamentales para orientar estos cambios rápidamente hacia la paz global.
PRESIDENTE DE LA SOKA GAKKAI INTERNACIONAL.