• 18/08/2010 02:00

No seamos marionetas de nadie

Al salir de la audiencia celebrada en el Segundo Tribunal Superior de la Corte Suprema de Justicia el rostro de Ana Matilde Gómez lo obs...

Al salir de la audiencia celebrada en el Segundo Tribunal Superior de la Corte Suprema de Justicia el rostro de Ana Matilde Gómez lo observé desencajado, disgustado y cansado. Ese cansancio que cuando te toca te has de sentir con una frustración que te llega al alma y que muchas veces resulta difícil arrancártelo de encima. En otras palabras, era el reflejo de ese desgaste emocional que aparece después de la espera, del tiempo que transcurre y que en el ínterin aparece la zozobra y aún también la esperanza de que la justicia va a jugar su papel como debe ser. Su respuesta al fallo fue firme y enérgica, sin temor alguno y le sirvió para afrontar con entereza una decisión que va en contra de los principios democráticos de un país.

¿Fue justo o no el fallo? En Panamá hay juristas de mentes brillantes, sin embargo, hay quienes interpretan las leyes a su antojo para beneficio de unos cuantos. Ese es el enredo mental que hemos de experimentar cuando no se ponen de acuerdo. Este relajo jurídico, disculpen... esta infamia jurídica, es tan cotidiana y normal que hasta parece gracioso y como lo gracioso causa risas, y éstas endorfinas, no es dañino. Por supuesto, no es dañino para quien lo disfruta.

Lo que más me preocupa es que, este incidente pasó y va a pasar como si nada hubiese sucedido, mientras hay quienes se dejen manejar como marionetas, porque han perdido el gusto por el sentimiento fiel a la patria, a la justicia y a la bondad.

Si la verdad le asiste a la ex procuradora, este fallo perseguirá a mucha gente por el resto de sus vidas y en consecuencia, no podemos quedarnos cruzados de brazos. No nos acobardemos frente a la gran tarea de colaborar con nuestro esfuerzo en la transformación de nuestra sociedad tan maltrecha y tan golpeada por la desvalorización que se le ha dado a la justicia precisamente por la falta de valores humanos.

Me preocupa el silencio de los silenciosos, de los que pueden y deben hablar y no hablan, de los que pueden y deben expresarse y no lo hacen, de los funcionarios públicos que pueden y deben denunciar y que el silencio es cómplice, porque se convierten en marionetas de alguien.

La tranquilidad que todos deseamos no puede depender solo de los políticos ni de los gobiernos de turno. Depende de las relaciones diarias del conjunto de la sociedad, orientados todos a saber hacia dónde ir, a dónde se quiere llegar.

Para conseguir el poder, se permite todo, y las instituciones —que deberían ser plataformas de convivencia plural— se transforman en trincheras de los políticos y de los poderosos. Ésta es una de las perversiones del poder y hace que las autoridades que nos representan en las instituciones pierdan credibilidad.

Definitivamente, nadie tiene control sobre otra persona, a menos que uno se lo permita. Y eso sería actuar de manera que se nos vea como marionetas, y si dejas que los demás te digan cómo vivir en todos los aspectos de tu vida, no estás viviendo tu propia vida, sino la de los demás y en consecuencia estás muerto en vida.

La sociedad panameña, lejos de haber evolucionado hacia una civilización moderna, educada, democrática, crítica, solidaria y consciente de los problemas reales, apenas ha avanzado un poco; y convive, como históricamente lo viene haciendo, con el caciquismo, asumiendo que no es capaz de cambiar nada. La Justicia por su parte, tampoco ayuda mucho, porque al final todo depende más del juez que te toque, que de la legalidad o ilegalidad de los asuntos.

Hay gente que no quiere pensar, que no quiere ver la realidad de un estrepitoso fracaso político... y que se ha conformado con muy poco... y este es el grandísimo problema que arrastra a esta comunidad y si no cambiamos la dirección actual, veo muy difícil que estos caminos de nuestros hijos sean fáciles, pues, aún estamos en una cultura que utiliza la fuerza y no la razón, que utiliza la imposición y no el diálogo.

Cuando se toman decisiones empujando a la gente hasta hundirla, para abrirse paso como si los demás fueran un estorbo, es clásico de un comportamiento sombrío y tenebroso. No te dejes seducir por este tipo de actitudes, porque caes en la trampa, en las mentiras, en las falsas promesas y en el futuro sin mañana. Edúcate, supérate y lucha por tus ideales. Y, sobre todas las cosas, recuerda siempre que: ‘No eres marioneta de nadie’.

*ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

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