• 30/08/2023 00:00

No es nuestra basura, pero es nuestro deber

“Podemos aportar gestionando nuestros propios desechos y recogiendo aquellos que estén fuera de lugar”

Cruzar la bahía de Panamá, tras una reunión donde discutíamos sobre energías renovables, me dejó desolado, al observar la invasión del mar por la gran cantidad de desechos humanos.

Silenciosamente, recordé los días en que mis amigos y yo disfrutábamos de las aguas cristalinas de los ríos, y cómo nos enfrentamos valientemente a un nuevo proyecto que planeaba verter aguas negras en las fuentes acuíferas que eran el hogar de una rica variedad de peces y crustáceos. Más tarde perdimos la batalla, por razón de algunos adultos que decidieron disponer sus desecho en aquel río. Eran algunos de los padres, así que lastimosamente no podíamos ganar esa batalla.

La magnitud de esta problemática es alarmante: de acuerdo con datos de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), más de 8 millones de toneladas de plástico ingresan a los océanos anualmente.

Mi reciente visita a una playa local solo confirmó la realidad del plástico y de objetos que los seres humanos han descartado incorrectamente.

Pero hay esperanza en nuestra habilidad para revertir esta tendencia destructiva. Ejemplos alrededor del mundo ilustran la viabilidad del desarrollo sostenible.

Un ejemplo es la estrategia de residuo cero adoptada por San Francisco, Estados Unidos. A través de políticas de reciclaje y compostaje, han logrado una drástica disminución de la cantidad de desechos que llegan a los vertederos.

Conforme exploramos más allá de los océanos, encontramos que el 80 % de las aguas residuales se vierten en cuerpos de agua sin tratamiento previo, según el Informe Mundial sobre Desarrollo del Agua de las Naciones Unidas. Esto no solo daña la vida acuática, sino también la salud humana y la seguridad alimentaria. En Panamá, se implementó el proyecto de saneamiento de la bahía y las mejoras son palpables, pero ni aunque le diéramos esterilidades al BOB podríamos detener la irresponsabilidad de muchos en acostumbrar arrojar desperdicios a los ríos.

No podemos detener el desarrollo, debemos avanzar con controles y medidas de conservación.

Comencemos por lo básico: la disposición adecuada de la basura. Solo requiere voluntad. Si cada individuo contribuye, lograremos un cambio significativo.

Podemos aportar gestionando nuestros propios desechos y recogiendo aquellos que estén fuera de lugar. La basura no es nuestra responsabilidad directa, pero el planeta sí lo es...

Consultor y estratega.
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