• 21/01/2014 01:00

Cincinato, de nuevo

Soy un fanático de la Historia, con particular interés en la época de la República Romana y de la Europa del siglo XIV. Hace dos años pu...

Soy un fanático de la Historia, con particular interés en la época de la República Romana y de la Europa del siglo XIV. Hace dos años publiqué un artículo sobre un notable personaje de la Época Romana, Lucio Quinto Cincinato, que quiero hoy volver al tema, pues considero que mantiene relevancia a nuestra situación a vísperas de nuevas elecciones generales.

Decía en mi artículo anterior que la Historia está plena de enseñanzas, conocimientos y modelos de comportamientos ejemplares que debemos imitar, como también, errores cometidos en el pasado que debemos evitar repetir. Siendo tan cierta la conocida sentencia del filósofo estadounidense-español, George Santayana, de que: ‘Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo’. La implicación es que el Hombre no aprende de sus errores históricos, lo que causa que estos regresen a golpearnos en la cara, muchas veces con mayor intensidad. Algo de este síndrome social nos está sucediendo. Enfrentamos los mismos peligros que en la década de los años 60, pareciera que no aprendimos la lección.

Nos encontramos en una umbral crítico, una especie de encrucijada histórica. Nunca jamás en la época posinvasión ha necesitado la Patria de sus mejores hombres. Vale la pena recurrir a la Historia y buscar precedentes de momentos críticos y cómo los antiguos lograron superarlos. Quizás, inspirados en dichos ejemplos, logremos encontrar nuestras propias soluciones, antes de que los eventos nos arrastren al despeñadero.

Un buen ejemplo, para imitar, de personajes históricos que, en una encrucijada crítica de su Patria, supieron anteponer sus consideraciones personales y optar por el bienestar general, es el de Lucio Quincio Cincinato. Repito su reseña histórica ejemplar.

Lucio Quincio Cincinato (519 a.C - 439 a.C), fue un personaje de la temprana época Republicana Romana, que la Historia recuerda como el modelo de rectitud, honradez, ausencia de ambición personal, unidas a notables capacidades administrativas, legislativas y militares. Excelentes cualidades ciudadanas, dignas de ser imitadas.

Era un patricio, o sea miembro de la aristocracia, quien se había retirado a su pequeña finca, disgustado con la política. En tres ocasiones fue llamado por el Senado para ejercer liderazgo político-militar en situaciones altamente críticas para Roma. En todas estas ocasiones, cumplida su misión de salvar a la Patria, regresó humildemente a su ocupación agrícola.

La primera vez fue llamado a ocupar el cargo de cónsul para mediar entre la aristocracia y plebeyos. Dos años después, fue llamado de nuevo por el Senado para asumir el mando del ejército para defender a Roma de invasores, para lo cual se le otorgaron poderes absolutos y el título de dictador. La Historia nos cuenta que cuando los senadores lo fueron a buscar lo encontraron laborando la tierra con el arado en sus manos. Tras conseguir la victoria, se retiró a su finca, rechazando todos los honores y renunciando el título de dictador.

Años más tarde, a sus ochenta años de edad, Cincinato fue llamado a ocupar una segunda dictadura, esta vez para oponerse a un intento de golpe de Estado. A pesar de su avanzada edad, mantenía sus fortalezas física y moral, logró desbaratar el complot y de nuevo se retiró a su granja, donde muy pronto fallece.

Debo explicar que en la antigua Roma, en situaciones de guerra o eventos críticos que requerían acciones de magistratura extrema, el Senado dotaba poderes absolutos a una persona a la que se le concedía el título de dictador. Su tenencia no podía ser mayor de un periodo de seis meses, a cuyo final terminaba el periodo de emergencia y el poder retornaba al Senado. Así que la categoría de dictador en la temprana República Romana no tenía las connotaciones negativas que adquirieron más tarde en la República y luego en el curso de la Historia.

Interesante anotar, en las dos ocasiones que Cincinato actuó como dictador, una vez salvada la República, abandonó los poderes y honores del cargo con mucha más anticipación que los seis meses otorgados por el Senado. Claro ejemplo de su honradez y ausencia de deseos de sacarle ventajas al puesto.

¿Tendremos los panameños émulos de Cincinato? Estoy seguro de que los hay. Seguramente se encuentran desilusionados, pero hay que rescatarlos, todavía hay tiempo.

Busquemos candidatos a puestos de elección con cualidades ciudadanas similares a Cincinato. Me resisto a creer que no los hay. Sepamos escoger bien en las próximas elecciones, nos estamos quedando cortos de opciones; hay momentos, como estos, en que la Patria merece el sacrificio y servicio de sus mejores hombres.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

Lo Nuevo