• 30/06/2021 00:00

Los nuevos informantes

“Este anonimato, […], ha modificado el escenario informativo y supone, equivocadamente, que ya no es tan importante formarse en el manejo de fuentes, medios y textos”

“¡Murió Salo Shamah!”. Ante el anuncio corrieron -más que circularon- mensajes y todo tipo de especulaciones y elementos circunstanciales para ampliar aquello que aparentaba ser la novedad. Muchos, perplejos ante lo que pudo acontecer al personaje, indagaron en sus variadas fuentes para tener clara la idea que continuó en la cúspide del interés, hasta que el “difunto” aclaró que no era cierto, pues estaba bien y gozaba de salud.

El entusiasmo morboso cesó y se tranquilizaron las redes, hasta el próximo timbrazo similar. De todas formas, siempre hay un nuevo tema. Las plataformas requieren de cualquier asunto que pueda sobresalir, y lo suficientemente impactante para llamar a curiosos o quienes reproducen el dato y multiplican los flujos. Así, una población que ha cambiado la manera de enterarse de lo que ocurre con solo abrir su celular, entra a formar parte de la audiencia.

Cualquier estudio estadístico demostraría que este público que ha dejado de ser difuso, subterráneo, escondido, es más amplio en cifras que aquel que se sienta frente al televisor a escuchar la agenda criminal convertida en noticiero de la fecha. Mucha información allí expuesta, fue extraída o motivada por aquello que resulta del conocimiento de la audiencia y lo ha visto en sus pequeñas pantallas que llevan todo el día en sus manos o el bolsillo.

Esa constante repetición de titulares, que busca crear interés, mantiene la atención, pero resulta impotente ante el despliegue de las pequeñas unidades rectangulares, que a diario lanzan los avisos y exponen sus nuevas. Es así como se activa esa curiosidad corrosiva, obligando a una incesante búsqueda de lo último de la hora para ostentar ese rango de perdurabilidad, porque ya se avecina el siguiente encabezado.

Al parecer, cuando demoran las últimas entradas, “matan” a alguien; a veces a Durán, Ismael Laguna, o a figuras internacionales. Si algún cantante, deportista, artista o político tropieza, cae, o se martilla un dedo mientras ejecuta tareas caseras, surge rápido el “murió fulano” y la conmoción inunda los espacios con la última, aunque dure lo que un dulce en una tienda de niños. Esto da tiempo a que aparezca algo más importante.

Los principales causantes de este clima evidentemente que son los “influencers”; ellos, por lo general, no saben de la estructura informativa, pero manejan con mucha destreza, las emociones de amplios sectores y seguidores; sobre todo, jóvenes. Buscan con aquello poner a hervir la sensibilidad. Con estas estrategias, basadas en oferta y demanda, satisfacen la curiosidad y proponen entrar a este mundo con pocas explicaciones y mucha superficialidad.

En sus tareas utilizan lo inmediato como anzuelo, rompiendo los patrones tradicionales, no solo con el armazón sino, además, con los contenidos. A la gente no le interesa conocer qué ha sucedido, sino a quién. Los protagonistas deben estar en una cadena de interés y suscitar atención en aquello que, por regularidad, no debe importar a los demás. Un esquema no funcional en medios que están dejando de existir.

Este anonimato, que ahora entra a espacios de espectacularidad, ha modificado el escenario informativo y supone, equivocadamente, que ya no es tan importante formarse en el manejo de fuentes, medios y textos. Hay una nueva arquitectura para un discurso que no se adquiere en ningún centro de formación periodística. Aquel descansa, para desgracia, sobre una descarnada base sin fundamentos éticos o valoración por el “otro”.

Ahora se habla de nueva narrativa, modelos diferentes, expectativas que surgen frente a lo que dirá o hará Messi, Ronaldo o algún connotado político que en las noches baila desenfrenadamente y en la mañana, en lugar de ir a enfrentar sus jueces, se somete al bisturí: ante la mirada incrédula o cómplice de muchos que esperan estallidos de nuevos artificios disfrazados de noticia para navegar en este incierto universo de dudoso conocimiento.

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