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- 20/07/2021 00:00
El oscuro ministro Sucre y los negocios con Cuba
Si hay un ministro poco popular en el gabinete del presidente Nito Cortizo, ese es Luis Francisco Sucre, el todopoderoso titular de Salud. Criticado por la gestión de la pandemia al imponer su criterio político sobre cualquier razón técnica y por sus medidas inconsultas, sobre todo en el manejo de la economía, ignorando a los expertos en el tema. Como días atrás señalaron los reputados médicos Daniel Pichel, Xavier Sáez Llorens y Julio Sandoval: los toques de queda y la cuarentena han perjudicado sin fundamento a la economía. El que estén cerrados los negocios no afecta, no frena la expansión de la COVID-19, sino las aglomeraciones en el transporte público y en las actividades ilícitas que no se controlan, incluyendo algunas “toleradas” a miembros del PRD.
El mal manejo que, de acuerdo a muchos, ha tenido Sucre con la pandemia choca ahora con la opacidad con la cual ha manejado la presencia de los “médicos” cubanos que llegaron de incógnitos a Panamá en la Nochebuena del 2020. Dijeron que eran 220 “médicos”, pero nunca han explicado cuáles son sus especialidades y si todos son médicos, enfermeros o auxiliares.
Medios de prensa informaron que los cubanos fueron contratados por $600 000 mensuales, pero la distribución de esa plata nos es equitativa. Cada trabajador, según se ha sabido, recibe $400 y el régimen de La Habana se embolsa unos $2300 por cada empleado en el exterior. ¿Cómo puede calificarse esa relación? Un engendro. Una clara violación de los derechos humanos de esos “médicos”, que no reciben el pago justo por su supuesto trabajo. El retorno del esclavismo en pleno siglo XXI.
El 28 de diciembre del 2020, envié nota al ministro Sucre para que, conforme lo permite el Artículo 41 de la Constitución Nacional y la Ley 6 del 2002 sobre Transparencia en la Gestión Pública, me informara ¿cuál era el total de “médicos” cubanos en Panamá? Inicialmente habían dicho que eran 220 y después que eran 230. También solicitaba un listado de los “médicos”, su idoneidad y especialidad. Incluía la fecha en que tales “médicos” habían sido examinados por las autoridades nacionales y solicitaba copia del convenio suscrito con Cuba. Cero respuesta.
El 4 de mayo pasado, ante el anuncio de que se renovaría el contrato inicial suscrito con los “médicos” cubanos, remití una nueva carta al ministro Sucre, incluyendo las preguntas iniciales. Otro cero como respuesta.
Ante el silencio, con evidente falta de transparencia del ministro Sucre, presenté el 1 de marzo una Acción de Habeas Data en su contra para que la Corte Suprema de Justicia lo obligara a responderme. El magistrado ponente es Luis Ramón Fábrega. En artículo publicado en este mismo diario, el 29 de junio de 2021, cuestioné la opacidad del ministro Sucre. Finalmente, el referido funcionario se dignó responder el 8 de julio, a través de la jefa de Legal de su ministerio. En la respuesta aducen que no me pueden dar la información solicitada porque “está estrictamente protegido por la confidencialidad que Panamá y Cuba deben cumplir”. Legalmente puede que tengan razón, pero como siempre, queda algo colgando.
En esa respuesta se dice que el 9 de junio de 2021 dicho convenio fue aprobado mediante Resolución No. 68 del Consejo de Gabinete. O sea, que cuando los “médicos” llegaron a Panamá, de manera sorpresiva en diciembre del 2020, no había convenio alguno. Eso me hizo preguntar al contralor general de la República si ha autorizado pagos a Cuba sin un convenio vigente. Haberlo hecho, no tendría sustento legal.
El tema de los “médicos” cubanos se ha manejado con demasiada opacidad. Al punto de que, al preguntarle sobre el tema al director de la Caja de Seguro Social, doctor Enrique Lau, dijo desconocer dónde estaban localizados.
¿Por qué las asociaciones médicas del país han guardado silencio sobre este tema? El pueblo se merece salud de donde venga: de Cuba, de Estados Unidos, de Rusia, de Taiwán o de cualquier otro país. Lo que no merecemos es que todo lo escondan y no lo divulguen oportunamente. ¿Qué es lo que quieren esconder? Si mañana a alguno de los genios que tenemos gobernando se le ocurre traer chamanes, brujos o babalaos para que los ayuden, ¿acaso tampoco podremos preguntar sobre sus experticias?