• 28/04/2020 00:00

Unas palabras al oído de Nito Cortizo

“[…] Omar Torrijos, […]. Decía algo que debería ser guía para todo gobernante y más para el partido que fundó: “Díganme lo malo, porque lo bueno ya lo sé”.”

Fui adversario de Omar Torrijos, más por lo que representaba que por él mismo. Decía algo que debería ser guía para todo gobernante y más para el partido que fundó: “Díganme lo malo, porque lo bueno ya lo sé”. Apliqué ese principio cuando, como alcalde capitalino, tuve una posición de mando. Podemos caer en la tentación de aceptar la adulación, la actitud “yes man” y la cepillería. Nos hacen creer que somos la gran vaina; que somos infalibles. Ha ocurrido con reyes y papas, por qué no a un presidente y cualquiera que mande. Todo, debido al comportamiento de su grupo cercano, ya sea por “encandilamiento”, el poder hace sentir que lo que diga o piense, parezca genial, o por cálculo, de no decirle que va por el camino errado, por temor a perder su cargo. Es difícil encontrar a un funcionario que contradiga a su superior.

Fui muy cercano a Ricardo Arias Calderón, a quien considero el mejor político de los últimos tiempos. Aprendí de él que era saludable y conveniente escuchar las opiniones divergentes. Hay una razón: la política es una ciencia social, según la que, a diferencia de las ciencias exactas, no se está seguro de nada. Escuchar a los que opinan diferente, favorece que, cuando tengas que tomar decisiones, estarán nutridas con mayores elementos de juicio, habiendo menos posibilidades de equivocación.

Presidente Cortizo: su principal problema es la comunicación de Palacio. Ha sido deficiente, ha faltado coherencia y astucia. Muy inocente en política real: lo que digan, es festín para miles de personas aburridas armadas con un celular, con más penetración comunicacional que su equipo. Tener a gente, en primera fila, que puede tener experiencia en comunicación convencional, pero sin experiencia política, puede ser su ruina. El político, por su naturaleza, tiene las garras del ajedrecista, sabe que cada movimiento suyo generará una respuesta. Tiene que anticiparse.

Le falta un equipo político, con experiencia en manejo de crisis. Tiene a su lado gente valiosa. No solo es informar, es hacerlo con sentido político calculando reacciones; van a llover críticas y memes, como vemos a diario. Saque provecho de la experiencia de ellos. Han estado en situaciones parecidas, con éxito o fracasos, tienen recorrido político y son de cancha larga. En sus delicadas funciones no hay espacio para improvisaciones.

Los tiempos no pintan bien como para mandar al frente a soldados que nunca han peleado luchas reales. Usted requiere un ministro de la Presidencia a tiempo completo, con calificaciones de operador político respetado, así como lo tuvo Martinelli con Roberto Henríquez, Varela con Álvaro Alemán y Pérez Balladares con Olmedo Miranda. El vicepresidente es para reemplazarle en sus faltas y asesorarlo permanentemente. No para ser jefe del Gabinete y coordinar el difícil trabajo de los ministros. Por más capaz que sea, a José Gabriel Carrizo no se le puede pedir que cumpla esas dos funciones con solvencia. No es Superman.

La bancada del PRD tiene mucha gente capaz. Si hay tres o cuatro, que no pueden trabajar con sus lineamientos y se tiran a su propio pie y al suyo, trabaje con los que, por disciplina o convicción, tienen claro que tienen que llevarse bien con usted, si quieren que el país avance. Identifíquelos ya. Los independientes también lo pueden ayudar. No a todos en la Asamblea se les puede cortar con la misma tijera.

Ha faltado más control en materia de corrupción. No todos a su alrededor están comprometidos en la salvaguarda de los recursos públicos. No basta el establecimiento de una tardía línea telefónica, la 140, para reportar la corrupción, en denuncias que se desconoce qué resultado tendrán. Falta el castigo público ejemplar para que la gente escarmiente, no solo con aquellos funcionarios que quizás por necesidad recibieron bolsas y bonos solidarios. Esos son sardinas, como dirían, faltan los verdaderos peces grandes, los tiburones que siempre andan al acecho y son expertos en comerse a sus víctimas. Falta un plan de contención del gasto y mayor divulgación pública de lo que se gasta. No hacer ambas cosas produce más desconfianza, lo que menos un Gobierno, en plena crisis, quiere.

Tome nota, señor presidente: estos tiempos le permitirán poner su nombre en la historia de la Patria, para bien o para mal. De usted depende. Escuche a los expertos que difícilmente encontrará en los puestos directivos de los gremios ni en los hijos de los poderosos. Política se define como el arte de hacer posible lo necesario. Y, ¿qué es lo necesario?). Busque el consejo de la gente seria e intachable, con la experiencia positiva y en los que solo le interesa que usted salga con la frente bien en alto, porque así el país saldrá ganando.

Abogado y político.
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