• 29/10/2020 00:00

Panamá es sinónimo de fracaso gubernamental

“He escuchado frases bochornosas, como “jubilado que se muere es una tortilla más”.”

¡Hola, qué tal mis venerables ancianos! Yo opino que, como a los jubilados, nos queda poco tiempo de vida, debemos resignarnos para vivir el resto del camino con humildad, recordando lo bueno que hicimos por esta patria, sin reclamarle absolutamente a nadie y así como Japón se rindió ante los EE. UU. (1945) y la Argentina lo hizo ante el Reino Unido (1982), el primero por la bomba atómica y el segundo por inferioridad, nosotros lo hagamos por moral y respeto hacia nosotros mismos.

Las condiciones para nosotros no están dadas para vencer a estos cocodrilos del río Mara, por el contrario, debemos quedarnos en la casa a lo que DS quiera, porque cada “viejo” que se muera en estos momentos (contagiado por el virus en reuniones y marchas) constituye una celebración sórdida para estos liacones de la política panameña, primos hermanos del “metido” y oportunista Bunau Varilla.

He escuchado frases bochornosas, como “jubilado que se muere es una tortilla más”. Estoy por entregarle a la profesora Vilma Viuda de Rodríguez, presidenta de la Asociación de Jubilados Victoriano Lorenzo, las diez (10) réplicas artesanales de los fusiles que utilizaron los cholos en la Guerra de los Mil Días, para que ella las entregue a la juventud panameña, de manera que asuma la defensa de la patria que despedazan estos perros a tarascones.

El compromiso de la juventud sería el de advertir a estos pillos que con la misma vara que han medido a los jubilados de hoy, serán medidos y una cuarta más.

La única muestra fotográfica de la situación en que ha quedado nuestro país, a poco más de dos meses de llegar a orillas del 2021, es la asquerosa ruina en que se ha convertido la otrora escuela primaria República de Venezuela, ni más ni menos. Panamá se aproxima a la zanja hedionda con que nos comparó un diplomático tico que no incluyó los sapos, culebras y ranas, ni las cuevas superpobladas de ratas (rattus norvegicus) de Betania que varias veces se han sublevado comiéndose los cables eléctricos de los automóviles y desinflado algunos neumáticos; es decir, que el también subdesarrollado ciudadano tico nos trató con decencia.

El escenario descrito ya estuvo pintado en acuarela en un horrible y tenebroso cuadro de nuestro fin moral, antes de la pandemia. En la actualidad la espiral mirífica del robo desordenado y la corrupción descarada es aún peor y en crecimiento.

Economista, escritor costumbrista.
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