Muertos en pecado

Hay mucha confusión sobre el tema del nuevo nacimiento de los cristianos y se cree que Dios simplemente salva a los enfermos del pecado, pero que el pecador debe ‘aceptar’ a Cristo. O sea, nosotros somos los que mediante un gesto de aceptación recibimos la salvación.

Ni una cosa ni la otra. Quizá el pasaje más esclarecedor de esta doctrina se encuentra en Efesios 2:1-10. ‘Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás’.

El hombre esclavo de la carne y del mundo está muerto en sus pecados, así éramos todos los cristianos, estábamos muertos y solo Dios nos dio aliento de vida, nuestra salvación por su divina gracia y de gratis. Nosotros no hacemos nada merecedor de la Gracia de Dios, si así fuera, entonces ya no sería Gracia y nosotros por nuestras obras mereceríamos la vida eterna.

Muchos evangélicos y todos los católicos están seguros que si hacen ‘buenas obras’, Dios les debe obligatoriamente la salvación de sus almas. Vemos iglesias empeñadas en hacer obra social y en mejorar el mundo. Si la iglesia de Cristo se dedica a hacer obra social y mejorar el mundo, entonces Cristo no tendría nada que hacer en su segunda venida, por que las iglesias ‘ya’ salvaron al mundo. Nuestras obras no son más que ‘trapos de inmundicias’ para Dios. No estoy diciendo que no debemos hacer buenas obras, estoy afirmando con los Apóstoles que las buenas obras no salvan a nadie. A los ‘zombis espirituales’ solo les queda arrepentirse y ser vivificados por Cristo. ¡Amén!

*SIERVOS DEL SEÑOR