• 17/07/2019 02:01

Política cultural y sociedad

‘Nos espera una amplia tarea impostergable; estamos en la coyuntura adecuada. No perdamos la oportunidad'

El Gobierno de la época había decidido dar un paso adelante para crear una institución que se encargara de la cultura y para ese efecto, consideró prudente separar tal componente del Instituto de Cultura y Deporte (Incude) que había sido creado unos años antes. Por esa razón, distinguió al insigne pianista Jaime Ingram para que diera los pasos, concretara la nueva entidad y así satisfacer una aspiración de un gran sector de creadores.

En la primera reunión que se convocó y a la que asistieron Ingram, el escritor Justo Arroyo y un grupo de intelectuales y activistas, se empezó a configurar los objetivos y principales perfiles que tendría el INAC. Al analizar su estructura, se les preguntó si habría un departamento de cine; pues no se había mencionado entre las áreas artísticas. Respondieron que no, sin advertir que ya existían entes —GECU— que producían y filmaban en el país.

Varios meses después se sometió a debate en el Consejo Nacional de Legislación el proyecto y fue aprobada con el número de 63 de 06 de junio de 1974, la ley que creaba el Instituto Nacional de Cultura. Lo paradójico es que la disposición establecía que la nueva entidad tendría como objetivo la ‘orientación, fomento, coordinación y dirección de las actividades culturales en el territorio nacional…'.

Luego, la norma explicaba cómo se conformaría su junta directiva y las secciones en que estaría dividida; todo esto sin definir qué se entendía como cultura y sobre todo, en qué consistirían sus políticas. Durante 45 años ésta ha sido la orientación del instituto, caracterizado, sobre todo, por poseer uno de los presupuestos más bajos del Estado que tan solo alcanza a cubrir salarios y mantenimientos de sus instalaciones.

La administración que acaba de iniciar gestión en julio, anunció que uno de sus primeros objetivos es convertir el INAC en un Ministerio de Cultura. Se han dado los primeros pasos y uno de ellos, ha sido la presentación del proyecto al grupo de involucrados en la actividad cinematográfica, quienes quieren saber cómo anda el proceso de los estímulos al séptimo arte, que maneja el Fondo de Cine.

Pero, ¿qué significa crear en el siglo XXI una poderosa estructura gubernamental para encargarse de configurar una política que va más allá de promover actividades? La definición de Unesco es significativa y toma en cuenta esa competencia de los grupos humanos de producir bienes materiales e inmateriales que nacen de la propia situación, contexto y formas de vida cotidiana.

Dice este organismo de las Naciones Unidas que ‘la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo'.

Las tareas que debe enfrentar el equipo que tiene sobre sus hombros esta responsabilidad, implica lograr un consenso nacional sobre este concepto y convertir sus elementos en materia de política para dar coherencia a un proyecto ministerial que sea sólido en la medida que cada sector se vea representado.

Hay que revisar también importantes compromisos, dejados de lado a través de los años; entre ellos la investigación y el patrimonio histórico. Uno de los principios esenciales que estuvo en la ley 63 y que no pudo ser desarrollado, fue su carácter masivo; que supone una promoción de la cultura a través de la coordinación con el Poder Popular (municipios y representantes de corregimiento).

Nos espera una amplia tarea impostergable; estamos en la coyuntura adecuada. No perdamos la oportunidad.

PERIODISTA

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