• 17/04/2011 02:00

Sobre lo pragmático

P ero es que sobre la tolerancia y la incomprensión humana rayada en tozudez, se ha dicho todo hasta el cansancio, y que los políticos p...

P ero es que sobre la tolerancia y la incomprensión humana rayada en tozudez, se ha dicho todo hasta el cansancio, y que los políticos porfiados martillan una y otra vez sobre lo mismo que antes también ellos hicieron. Critican de manera destructiva sobre todas las actuaciones de los que gobiernan y sacan a relucir las promesas de campaña, que tampoco recuerden haberlas cumplido.

Después de cada elección se forman los bandos entre los que gobiernan y los gobernados contra su voluntad. Vienen y van las organizaciones que nacen en la penumbra de conciliábulos, en vez de asumir una actitud propia, con la que se valore sobre toda la utilidad y el importe práctico de las cosas que tenemos o alcanzamos. Es curioso que se especule sobre las promesas de campañas, que son una obligación Constitucional, si para presentar una oferta electoral, hay que trabajar sobre las promesas de hacer lo mejor en salud, vivienda, trabajo, educación, seguridad pública, relaciones exteriores y demás hierbas aromáticas, sobre esas mismas cosas que nos obliga la Ley que debemos hacerlas mejor, al más bajo costo y en menor tiempo.

Todo esto aparece como una obligación Constitucional como ya lo expresamos. No vamos a ahondar o comparar dentro de nuestros sistemas de gobierno a la angustiosa dictadura que nos oprimió y que algunos alaban como la solución política o la comparación de coexistencia social ideal. Las dictaduras en general y esta que se denominó ‘con cariño’, que a propósito, como doctrina, benefició a unos cuantos y oprimió al resto de los ciudadanos que estuvieron constreñidos por más de 20 años, moral y materialmente con políticas impuestas y absurdas realizaciones, pero todavía se atreven a decir que con la dictadura había más orden, pero otros afirman más en la insensatez, al predecir que si seguimos con este desorden político, podemos volver a caer en el totalitarismo, con la fachada de un partido para mover masas populares que en nada beneficia al resto.

Sabemos que convivir en los extremos de la anarquía, sin la esperanza de alcanzar un gobierno estable que garantice el orden y la distribución de las riquezas, que es el fin de todo equilibrio social, y que también algunos proyectos políticos han intentado alcanzarlos en contra del capitalismo, sin la suerte de brillar como una solución ejemplar para el resto del mundo y mientras tanto, se habla de un socialismo o del comunismo que han quedado en lo mismo. Todos ideamos la libertad, la cual se alcanza con la verdadera distribución de los derechos, que por supuesto encierra la convivencia en un mundo sin los desproporcionados estratos socioeconómicos que conlleven a una estratificación social para tabular las remuneraciones entre los impuestos que se pagan y los beneficios que producen.

Nosotros empezamos por equilibrar con leyes fiscales para los que más ganan, más paguen y del mismo modo, los que más gastan en servicios hagan lo mismo. La disparidad es única y penamos entre las exigencias de grupos que de alguna manera promueven su participación y la cuota de beneficios de su entorno. De esta manera podemos mencionar a los grupos comarcales, dicen que azuzados por terceros con intereses políticos, pero de la reclamación minera saltan a las represas hidráulicas, como si fueran propietarios de los ríos o las aguas, algo que está excluido de la propiedad privada, porque pertenecen al Estado. Hay que comparar lo que tenemos con lo que le hace falta a otros a nivel mundial y nivel que se han decidido por los reactores atómicos con sus consecuencias de riesgo letal. Pero el grado paupérrimo en el que sucumbe el Hombre pobre y rodeado de ignorancia, en esa vida elemental de subsistencia y que ha servido de inspiración para que algunos sociólogos los candidaticen para la proliferación de pandillas.

Estos grupos satanizados los produce esta decadente sociedad en su permanente involución. Ahora bien, tenemos que enfocar el problema de otra manera para analizar la situación particular de esos barrios marginados, carentes de todas las bondades que la sociedad puede ofrecer para la convivencia. Acá en la miasma social, donde la educación es precaria con ausencia de salud, alimentación, vivienda y una falta absoluta de seguridad, tales organizaciones se pueden en principio comparar con los vecinos vigilantes, claro que se descuenta la finalidad social, porque como son pobres de solemnidad, entonces, son los mayores candidatos para la delincuencia. Nadie puede convivir en una ambiente hostil, si no está preparado para defenderse con lo que tenga a mano. Esto los lleva en una gran mayoría a matricularse en uno de esos bandos, para que los protejan y luego se unen igualmente para sobrevivir con las actividades impropias, desde actos ilegales menores hasta lo más grave, como el trasiego de drogas. Seguiremos.

*ABOGADO Y PROFESOR.

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