• 16/02/2022 00:00

Precios de medicamentos: atraco que hay que parar

“Exigir precios justos y accesibles para todos es una causa a la que estamos obligados a unirnos, porque de su resultado puede depender que sigamos viviendo o perezcamos”

Los precios de las medicinas están por las nubes y esto ha generado el rechazo de los ciudadanos, que se sienten indefensos, frente al criminal negociado de las empresas farmacéuticas locales a costa de la salud de las familias panameñas. Pese al aumento de las quejas de la población afectada, el silencio de las autoridades es inquietante, y da la impresión de que estamos ante un todopoderoso sector de intocables, que lucra inescrupulosamente y sin ningún límite.

Los precios de los medicamentos en Panamá son seis veces más caros que en países como Colombia, México o España. Un informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) revela que los precios de Perú, Brasil, Bolivia, Colombia y Chile son los más bajos; los de Paraguay, Ecuador y México se ubican en torno al promedio regional (10 %), pero en Panamá, Argentina y Uruguay tienen precios superiores al 25 % del promedio regional.

El informe, plantea en su contenido la realidad por la que atraviesa el sector, y sus efectos en la salud y el bienestar de las familias. “En estos tiempos de pandemia, las dificultades que han demostrado los sistemas sanitarios para enfrentar este desafío global nos compelen a cuestionar la desaprensión con la que se ha tratado el sector durante años. La privatización o la desfinanciación de los sistemas públicos, ha debilitado los sistemas sanitarios de todo el globo, y en especial los de América Latina”.

Las estructuras oligopólicas del mercado farmacéutico tienen un efecto negativo en la población que, según el estudio del Celag, arroja cifras reveladoras, “Casi el 8 % de los hogares gastan más de un 10 % de su ingreso en gastos sanitarios, situación que genera que un 1.7 % de la población caiga por debajo de la línea de pobreza. El mercado farmacéutico requiere una vigilancia minuciosa por parte de los hacedores de política que, simultáneamente, deben lograr que los laboratorios innoven y que abastezcan lo suficiente como para garantizar el acceso a medicamentos de calidad a precios asequibles”. La realidad es que: los Gobiernos o no están haciendo nada al respecto, o están haciendo muy poco, para frenar la voracidad de un poderoso sector que representa a su vez a las grandes farmacéuticas transnacionales.

¿Qué haremos los ciudadanos ante este atentado contra el bienestar y la salud colectiva? ¿Nos conformaremos con solo quejarnos? Y no significa que no lo sigamos haciendo, pero debemos ir más allá para ejercer la presión necesaria que saque a las autoridades de su aletargada zona de confort, y empiecen a tomar acciones que pongan un alto a esta especulación inhumana. Los Gobiernos los elegimos para que administren los bienes del Estado, pero también para que velen por los intereses de los ciudadanos. Una buena salud es la mejor garantía que tenemos para conservarnos con vida, si no estamos dispuestos a luchar por eso entonces qué sentido tiene nuestra presencia en este mundo. Exigir precios justos y accesibles para todos es una causa a la que estamos obligados a unirnos, porque de su resultado puede depender que sigamos viviendo o perezcamos.

(*) El autor es comunicador social y expresidente del Colegio de Periodistas.
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