• 23/09/2021 00:00

Presencialidad electoral universitaria

“Espero que algún día ninguna agrupación tenga primacía ni poder para decidir los rumbos de la Universidad de Panamá, que las autoridades sean imparciales […] y que no sea el estudiante solo un voto”

Las pasadas elecciones para elegir al rector y los decanos de la Universidad de Panamá fueron realizadas el día 30 de junio. La población estudiantil a nivel de licenciatura, que resulta el grueso de la población universitaria, se encuentra entre los 17 y 25 años. La vacunación generalizada para personas mayores de 16 años comenzó en el mes de julio. Lastimosamente, en el desarrollo de las votaciones para las autoridades universitarias no existieron protestas por parte de ninguna de las agrupaciones estudiantiles que apoyaron a los diversos candidatos. Todo lo contrario, llevaron a los estudiantes en autos y “coasters” para que fueran a votar por el candidato que apoyaban. Se vio cómo los grupos adelantaban en la fila a aquellos allegados al voto que necesitaban para cumplir con las cuotas numéricas prometidas. No hubo distanciamiento en esas elecciones, se tuvo que esperar en algunos casos hasta dos horas para poder votar producto de la cantidad de personas y del juegavivo que imperaba. Duele cómo los estudiantes que tienen la menor cantidad de valoración en el voto ponderado son aquellos tratados de manera inhumana y se atenta contra su vida.

El Ministerio de Salud no se presentó en ningún momento para suspender tan dantesco escenario, el Organismo Electoral Universitario ni siquiera mencionó los riesgos que esto conllevaba y se enfocó en contar los votos para elegir a las nuevas autoridades. La mayoría de los candidatos nunca mencionó al coronavirus ni la amenaza que representaba para los votantes. Más valía el voto que la vida de quien lo ejercía. Los candidatos reelectos deben tener la experiencia y el conocimiento de los años para adecuar la institución a las demandas de la situación que se presenta. Técnicamente esto no tiene que ser un problema.

El 30 de agosto el Organismo Electoral Universitario suspendió las elecciones del centro de estudiantes y representantes ante el CGU. Ahora sí, tomando en cuenta los problemas de bioseguridad de que hicieron caso omiso en las pasadas elecciones. Todos aquellos servidores públicos que teniendo mando y jurisdicción sobre la realización de las elecciones a decanatos y Rectoría por acción u omisión deberían ser sancionados, puesto que se ha dejado evidenciado que las mismas situaciones que hoy suspenden las elecciones son las mismas que debieron suspender las anteriores. Esto a su vez indica la falta de medidas para el retorno a clases presenciales o semipresenciales. Ya hay dos millones de vacunados con segunda dosis en Panamá. Si el proceso de vacunación va avanzando, ¿cuándo la institución se pondrá las pilas para adecuar las instalaciones? De igual forma, vale la pena preguntar: ¿se manejan las cifras de cuántos vacunados hay en la institución? Además de profesores y administrativos, ¿cuántos estudiantes? Es irónico también ver el doble discurso de que las elecciones de los profesores para elegir sus candidatos a representante ante el Consejo Académico, Administrativo, de Facultades y de Centros Regionales se realizaron el 1 de septiembre sin ningún problema. Como si la bioseguridad se hubiera solucionado en dos días. La Universidad, que es la cuna de muchos profesionales, ¿no tiene personas expertas en logística que coordinen junto a los encargados de la bioseguridad? ¿O nos olvidamos de los profesionales según la situación que se esté dando? Porque a la fecha las clases presenciales siguen siendo una utopía. Donde se protesta por elecciones, pero no por adecuar los salones para el regreso.

Miro con tristeza cómo las agrupaciones se esconden detrás de comunicados para justificar la suspensión. Cuando ellos trajeron a los estudiantes a votar por cualquier medio. Siento indignación por las agrupaciones que defienden las elecciones cuando su desempeño demuestra la necesidad iracunda de seguir controlando los centros de estudiantes y los puestos de poder para ejercer control sobre la comunidad universitaria y sus autoridades. Se evidencia cómo la suspensión beneficia a aquellos que no tienen los votos para ganar, pero, como de costumbre, realizan prácticas proselitistas de desprestigio y clientelismo que no tienen el mismo efecto desde la virtualidad.

Veo las futuras elecciones estudiantiles y solo siento indignación. Grupos que buscan perpetuarse como de costumbre. Nuevos movimientos bajo la sombra de excandidatos al decanato. Grupos satélites para favorecer a los tradicionales. Mal llamados dirigentes estudiantiles de más del tiempo de la licenciatura, que vuelven a correr como candidatos. Estudiantes que, por un plato de comida, alcohol o un curso sin metodología dan su voto. El silencio cómplice de las autoridades ante todo lo sucedido y de los candidatos que no ganaron, pero fueron apoyados por estudiantes.

Espero que algún día ninguna agrupación tenga primacía ni poder para decidir los rumbos de la Universidad de Panamá, que las autoridades sean imparciales en su actuar y que no sea el estudiante solo un voto. Si la solución es la abolición de todos los grupos y solo se enfoque todo en lo académico, contarán con el apoyo de quienes realmente les importa la academia. Un sistema nuevo donde no existan los centros de estudiantes, sino que las posiciones y decisiones de la facultad se tomen por parte de mecanismos de referéndum donde voten todos los estudiantes. Representaciones ante el CGU no en nombre de un grupo, sino de la facultad y una acción conjunta por un mejor Panamá.

Estudiante de Derecho.
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