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- 18/01/2022 00:00
¿Quiere Rusia invadir Ucrania? ¿Qué gana con eso?
No hubo acuerdos en los contactos recientes de la OTAN, Rusia y EUA en Ginebra y Bruselas, y este lunes, mientras que la prensa occidental, guiada por funcionarios de alto nivel como Jack Sullivan, insiste en una supuesta amenaza de invasión rusa a Ucrania, el canciller Serguei Lavrov lo desmiente y asegura que es una completa desinformación.
Consciente de que la versión occidental busca respaldo en la acción de Rusia en Crimea, Lavrov indica que “lo sucedido en Ucrania en 2014 no fue el resultado de una provocación de Rusia, sino de un golpe de Estado”, apoyado e incluso organizado en gran medida “por Washington”. “Hoy en día, Ucrania está sin duda bajo el control externo de EE. UU.”.
La tesis de la supuesta amenaza rusa a Ucrania ha servido de asiento a la negativa de la OTAN y EUA para considerar las garantías de seguridad exigidas por Moscú, lo que parece dejar a Rusia dos caminos: rebajar la tensión o aumentarla. Y todo indica que Rusia redoblará el desafío en defensa de su seguridad nacional.
No es un escenario nuevo, pero sí en condiciones diferentes. En octubre de 1962, cuando Moscú instaló en Cuba misiles nucleares, se originó una crisis después que Washington lo considerara un tema de seguridad nacional, y exigiera su retiro por estar a 90 millas de las costas norteamericanas. Era como si el Ejército Rojo se hubiera instalado en la cocina de la Casa Blanca. Rusia retiró sus misiles. Ahora son los instructores y el armamento de occidente los que están en el lobby del Kremlin.
Washington y la OTAN no solo rechazaron las peticiones de Moscú, sino que, en medio de las tensiones, el presidente Joe Biden ratificó su respaldo a Kiev, en lo que puede interpretarse como un abierto desafío al Kremlin.
Pero ¿por qué este inusitado amor de Washington por Kiev? ¿Dan las diferencias para convertir a Europa en un teatro de guerra? ¿Qué hacen las tropas y los instructores norteamericanos en la frontera de Rusia con Europa?
Muy en un estilo que recuerda los días previos a la guerra de Irak, Jack Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Biden, ha declarado este lunes que su país responderá si confirma que Rusia orquestó un ciberataque contra Ucrania.
Los ciberataques han estado, sin evidencias, en el discurso de occidente contra Rusia desde las elecciones de Donald Trump, y pese a que en ese supuesto caso se habría tratado de una acción directa contra EUA, Washington jamás habló de respuestas militares contra Moscú. Tal parece que Ucrania se ha convertido en la joya de la corona, y Washington parece desesperado por una guerra.
Pero Sullivan dice: “si se confirma”, lo que indica que no solo no hay confirmación, sino que estaría en proceso una maniobra que puede desembocar en una guerra. Y en lenguaje diplomático, en el contexto de una situación político-militar, ese “si se confirma” puede equivaler a un condicionamiento de posiciones.
Toda maniobra, en un tenso escenario como el actual, tiene objetivos inmediatos y mediatos. Y, a menos que Washington y la OTAN tengan un riguroso informe sobre las líneas de defensas rusas, no creo que sea la guerra el objetivo inmediato, sino la posibilidad de mantener la avanzada que occidente ha instalado en Ucrania.
En los últimos 20 años, y tras cinco ampliaciones hacia el este, Ucrania puede ser para occidente, desde la Segunda Guerra Mundial, lo más cerca que ha tenido de Moscú, no solo sus líneas ofensivas, sino una “razón” para intentar justificar el peso de su poder.
Pero hay un problema: ¿hasta dónde pueden Europa y el resto del mundo confiar en la palabra de Washington, considerando el fiasco de Irak?
Aun sin sanciones, el mundo supo y confirmó que Washington mintió a principios de siglo, cuando justificó una guerra criminal contra Irak, cuando la apoyó en la tesis de las armas química. Dos verdades: jamás hubo armas químicas, pero sí millones de muertos; Rusia no es Irak ni Afganistán, y no sería ocioso pensar que “el que miente una vez, miente dos veces”. (JBV)