• 05/08/2011 12:11

¿Quo vadis, Panamá?

Con frecuencia me hago la pregunta: ¿Quo vadis, Panamá?; ¿A dónde vas Panamá? Es difícil ver un claro panorama futuro en un país que viv...

Con frecuencia me hago la pregunta: ¿Quo vadis, Panamá?; ¿A dónde vas Panamá? Es difícil ver un claro panorama futuro en un país que vive de escándalo en escándalo, raramente esclarecidos; de crisis en crisis, generalmente, no resueltas. ¿Cómo proyectarnos hacia el futuro, cuando nuestra atención se distrae cada día por un nuevo escándalo o tema crítico? ¿Cómo es posible concentrarse en el futuro, cuando la secuela de los eventos negativos continua, dejando atrás el tema anterior para reemplazarlo con “el tema del día”? Por ejemplo, hoy vemos cómo el tema de las muertes en el Hospital de la Caja de Seguro Social desplaza al tema crítico de la semana anterior provocado por la huelga de los educadores. Posiblemente mañana o la próxima semana nos traerá un nuevo tema y se olvidara el de hoy. Sería interesante hacer un recuento y análisis objetivo de todos los escándalos, todas las crisis, que hemos vivido en los últimos años. Sobre todo, cuántos de estos escándalos y esas crisis resultaron ser ciertas o meras especulaciones resultantes de acusaciones irresponsables; cuántas de estas críticas situaciones fueron resueltas y si los responsables pagaron sus consecuencias, y cuántas permanecen amparadas en el letargo del olvido, opacadas por la notoriedad del último escándalo o crisis. Dudo que a nadie sorprenda que se ha hecho poco en ese sentido. Muchos de los escándalos y crisis han quedado olvidadas, sin resolver, escondidas por el espiral de los nuevos eventos y el pobre rendimiento de nuestro sistema judicial. Lo cierto es que el país no puede continuar en este estado de desasosiego constante. Un síntoma de esta realidad es que Tafil, un antiansiolítico, es uno de los medicamentos de mayor ventas en Panamá y muchas veces se agota.

No cabe la menor duda de que para poder ver hacia adelante, se requiere un mejor clima de paz social; el cual a su vez, nos permitiría concentrarnos en resolver los problemas serios presentes que nos aquejan, como son la inseguridad ciudadana, la educación y la pobre distribución de la riqueza. Esta condición de tranquilidad social solo se obtiene con una renovada confianza en nuestros políticos y gobernantes, lo que para ellos significaría un dramático cambio de actitud que resulte en una orientación primordial de sus gestiones hacia el bienestar común y no al de ellos y el de las minorías, particularmente aquellas que disfrutan del poder público o están cerca de él. No va a ser labor fácil. La Clase Política, de todos los sectores, está desprestigiada. No inspira confianza; si bien es cierto no hemos llegado a los altos límites de indignación de otras sociedades, no estamos ajenos a esa tendencia. De seguir las cosas como están, podríamos alcanzar esos altos niveles de indignación contra la Clase Política que se esparce por el mundo cual epidemia.

Es difícil ser optimista, cuando suceden situaciones como las antes mencionadas. Sin embargo, lucho internamente por ser más optimista y en esos momentos no dejo pasar desapercibidos signos positivos de mejora económica y admito que todo no está mal. Panamá disfruta de las mejores tasas de crecimiento económico, no solo de este Pueblo de América sino global. Contamos con un sistema monetario sin igual. Un sistema financiero sólido, maduro, confiable, bien reglamentado y supervisado, con alta capacidad de resistencia a traumas externos, como se evidenció durante la Gran Recesión 2007—09. Contamos con Grado de Inversión. Recibimos dos veces y media más Inversión Directa extranjeras que todo el Istmo Centroamericano. Estamos desarrollando una floreciente y bien pensada industria turística. Nuestra inversión en obras públicas es impresionante, empezando con la ampliación del Canal, el Metrobús, el Metro y las mejoras presentes y futuras de nuestra red vial, que contribuirán a mejorar nuestra capacidad competitiva y estimular progreso. Gozamos de un situación técnica de pleno empleo. Sin duda tenemos los elementos económicos favorables para crear un mejor clima de tranquilidad social y de mayor bienestar para las mayorías. Estamos en una encrucijada histórica interesante.

¿Por qué no concentrarnos en estos elementos positivos y aprovechar las oportunidades de crear una sociedad más justa, más equitativa? ¿Qué tomaría para que la Clase Política se concentre en este bienestar económico y mejorar su disfrute de las mayorías? ¿Cómo convencerlos de que con sus actitudes y sus miopías políticas están cometiendo un harakiri político y exponiendo a los panameños a un futuro incierto? Sería imperdonable históricamente perder la oportunidad de crea el mejor Panamá que la coyuntura económica nos ofrece. ¿Qué les hace pensar que somos diferentes y no estamos expuestos a imitar la tendencia global de indignación con los gobernantes y políticos? Sería una gran lástima que perdiéramos las oportunidades de crear la sociedad más justa, más equitativa, que la impresionante situación económica actual nos permite. ¿Quo vadis, Panamá?

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