• 04/10/2016 02:00

El rector Flores y una proclama universitaria

La figura del rector es la de un trabajador de la educación superior y de ninguna manera entenderla como la institución toda.

Sin la lisonja a las que acostumbran los espíritus obcecados para lustrar al poder, hemos de reconocer que la proclama del Dr. Eduardo Flores, con motivo de la ascensión a la dirección del Gobierno de la Universidad de Panamá (UP), constituye un extraordinario aporte a la nueva visión de una institución tan noble que debe estar permanentemente al servicio de la sociedad panameña.

Una proclama cargada de una concepción de institucionalidad sin particularismos y sin sectarismos. La figura del rector es la de un trabajador de la educación superior y de ninguna manera entenderla como la institución toda.

La formulación de un liderazgo colectivo fundamentado en el consenso y en la consulta, del sagrado derecho a disentir sin los temores impuestos, de la rendición de cuentas de manera permanente, de la restauración plena de la democracia universitaria, de la necesaria implementación de un sistema de integridad pública, de la transformación académica radical, la pertinencia, así como la priorización de la investigación y de los estudios de postgrado y por qué no del ingreso al sistema del docente por verdaderos méritos, son algunos de los basamentos que han de soportar el amanecer de la UP.

La cultura como gestora de conocimientos y de aliciente a los espíritus hará presencia. El debate sobre sentidos problemas nacionales con reafirmación de su autonomía, el reordenamiento de la Ley Universitaria, el estudiante como elemento fundamental del proceso educativo, así como el objetivo de que la institución sea modelo de administración pública, se suman al proyecto de la nueva universidad planteada por el Dr. Flores.

A mi juicio un tema trascendente del discurso rectoral estuvo en la alusión a los centro regionales universitarios. Sin dejar de reconocer la amplitud de las ofertas de estudios universitarios en áreas geográficas, incluso muy lejanas, impulsadas por la administración del Dr. Gustavo García de Paredes, la inclusión de estas unidades académicas en el debate regional debe ser constante y permanente. Para ello, planteó la realización de un Congreso Regional por provincias, que analice la problemática regional y proponga un proyecto de desarrollo local para los próximos 20 años.

Desde luego, con esto se concibe a los centros regionales como las atalayas en las regiones y les reafirma el sentido de su existencia, que no es otro que el de hacer de la educación superior el instrumento para atacar la pobreza.

Los centros regionales universitarios no pueden ni deben estrecharse en sus espacios con sus propias agendas muy al margen de la realidad social. No deben quedarse únicamente en la pretendida interpretación del ‘mundo ' sin proponer transformarlo y menos ser asiento de intereses particulares o de grupos que miran a la institución como una alforja saturada de acervos que han de ser aprovechados sin miramientos.

La Universidad de Panamá debe renovarse en toda su extensión. El momento llegó para dejar atrás todo lo que pudo frenarla.

Y finalmente trascendente, la propuesta de edificación del Plan de Desarrollo Universitario del Centenario , que en perspectiva conciba la Universidad renovada del futuro. Saludos.

DOCENTE UNIVERSITARIO.

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