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- 06/12/2014 01:01
Redes sociales, ¿las controlas o te controlan?
Qué agradable es poder conversar y conectarse de corazón a corazón con otras personas. Tomar el tiempo de ser parte de un intercambio de ideas acompañado de pausas, fluctuaciones en el tono de voz, acentos en las palabras, contacto visual y expresiones no verbales, entre un sinfín de otros aspectos que enriquecen el intercambio de mensajes entre dos o más seres vivos.
Sin embargo, es también agradable poder estar ‘conectados’ todo el tiempo. Aún a miles de kilómetros de distancia, puedes sentir que estás cerca de quienes en realidad están lejos, con solo un clic. Puedes compartir lo que piensas, sientes y observas; conocer lugares a los que probablemente nunca vayas, e intercambiar ideas con personas que de otra forma no estarían a tu alcance. Puedes motivar e inspirar a tus conocidos y hasta a las personas que no te conocen. Puedes ser escritor, poeta y fotógrafo; todo desde un aparato electrónico.
Todo esto proviene de la rapidez de las comunicaciones que las innovaciones tecnológicas nos brindan constantemente. Parecieran ser un excelente añadido a la vida tan acelerada que llevamos; sin embargo, limita nuestra capacidad de comportarnos como verdaderos seres humanos. Más aún, contribuye a la creciente fragmentación de la sociedad.
Al respecto, el presidente de la SGI, Dr. Daisaku Ikeda, dice en su propuesta de paz del 2011: ‘Es verdad que el desarrollo de la tecnología de la información proporciona oportunidades para que las personas forjen nuevas conexiones entre sí. Sin embargo, las relaciones que se establecen a través de medios tecnológicos jamás tendrán un rostro humano, si se limitan a intercambios anónimos y despersonalizados. Esa clase de interacción solo puede ser inorgánica y neutra, completamente alejada del estimulante asombro, la respuesta tangible y la satisfacción que proviene del esfuerzo por concretar una comunicación cara a cara’.
La posibilidad de dialogar y conectarnos realmente con las personas que nos rodean enriquece nuestra mente y alma. Es así como despertamos nuestro lado humanista. El presidente Ikeda continúa diciendo en su propuesta: ‘Los seres humanos pueden ser realmente humanos solo cuando se sumergen en las palabras y en el diálogo; no es posible madurar y llegar a ser un individuo hecho y derecho si no se viven esas experiencias’.
Entonces, ¿cuál es la mejor forma de tomar ventaja, pero, a la vez, no ser víctima de la tecnología de información?
Te traemos tres sugerencias que pueden ser de mucha ayuda:
1. MANTÉN UN BALANCE: No podemos alejarnos completamente de las redes sociales, ‘e-mails’, chats, blogs y fuentes de información, pero tampoco podemos depender de ellos al 100 %. Haz un esfuerzo por mantener un balance coherente en tu vida, de tal forma que no seas una víctima más de las innovaciones tecnológicas. No toda tu vida puede estar en Facebook y no es sano comunicarse solo por WhatsApp. Trata de encontrar ese buen balance.
2. ¡OOPS! ¡ESO NO LO TENÍA QUE SABER TODO EL MUNDO! Toma dos minutos y revisa tus últimas publicaciones en las redes sociales. ¿Lo que estás publicando agrega algo a la vida de los demás? ¿Es de interés público? o, por el contrario, ¿te perjudica de alguna forma? Ten mucho cuidado con lo que subes a las redes sociales. Recuerda que aunque tengas las configuraciones de privacidad más altas, siempre se puede rastrear tu información. Toma en cuenta tu seguridad personal y la de tus seres queridos. Por otro lado, ya que es contenido accesible a muchas personas, ¿por qué mejor no usarlo para motivar e inspirar a otros? Comparte contenido interesante, positivo y optimista.
3. ¿DE NUEVO EN FACEBOOK? ¿Cuántas horas le dedicas a las redes sociales? Si es lo primero que revisas cuando te levantas o antes de salir de la casa, mientras vas camino hacia el trabajo o universidad, cuando almuerzas con tus amigos, al ver una película y hasta antes de dormir. Entonces, tenemos un desafío. Desafíate a vivir de forma más humana; a conectarte con los que te rodean. Utiliza horarios y tiempos específicos para revisar tus redes sociales, contestar ‘e-mails’, etc.; y el resto del tiempo, abre los ojos al mundo y disfruta de diálogos llenos de significado con tus seres queridos. Depende de nosotros que existan más diálogos que chats y más conversaciones que ‘e-mails’. Seamos más humanos a través del diálogo.
*MIEMBRO DE LA SGI DE PANAMÁ.