• 04/01/2021 00:00

Retos de la comunicación moderna

Si pudiéramos dejar a un lado las creencias y todo lo que se ha instituido a lo largo de la existencia para delimitar los tiempos (días, meses, años, lustros, décadas, siglos, etc.

Si pudiéramos dejar a un lado las creencias y todo lo que se ha instituido a lo largo de la existencia para delimitar los tiempos (días, meses, años, lustros, décadas, siglos, etc.), lo que marcamos entre el jueves 31 de diciembre de 2020 y viernes 1 de enero de 2021 fue sencillamente el paso de un día a otro. Con otras culturas, ni siquiera compartimos el mismo conteo de años. Para los chinos, por ejemplo, el año nuevo iniciará el próximo 12 de febrero y estarían entrando al año 4719. Pero esos cortes artificiales y culturales en el tiempo, nuestra y programación emocional y mental los necesita de alguna manera como simbologías compartidas, para olvidar o dejar atrás… Mirar hacia delante con esperanzas, y llenarnos de nuevas energías para enfrentar o disfrutar de lo que creemos nos depara el futuro.

El tema de la corrupción está más que claro que continuará. Eso no desaparece en medio de los fuegos artificiales, ni porque al inicio de este año estuvimos en cuarentena total. No vale la pena seguir tocando un tema que ya conocemos en demasía y que en realidad no sabemos qué tomará para resolverlo. De cierta forma hay mecanismos legales y administrativos para ir corrigiendo lo de la corrupción, que haya la voluntad es otra cosa.

Pero digamos que eso se logra, en realidad ha quedado en evidencia que, ligado a eso, nuestro más grande reto desde hace unos años y que se ha venido amplificando y extendiendo a lo largo y ancho de toda la sociedad y en todos los rincones del mundo, es el reto por una mejor comunicación fundamentada en la verdad: la educada, la que duda, la científica. El proceso comunicacional está fuera de control y los malandrines lo han secuestrado para fines no muy nobles. La tecnología y la expansión de las redes sociales han cambiado la dinámica comunicacional y a falta de pueblos y humanos educados en la “duda”, el control de las sociedades para objetivos adversos al bien, ya viene notándose.

En el contexto actual, sumado a las preocupaciones de supervivencia heredadas de nuestros antepasados, un sinnúmero de elementos del entorno (biológico-cultural-político-tecnológico-social) influyen dramáticamente en que los objetivos de un proceso de comunicación se lleven a cabo exitosamente o no; y, por consiguiente, la transformación social que pretende impulsar.

Cada acto de comunicación debe tener como fundamento el propósito de contribuir con mejorar la condición de vida de todos y la intención sublime de preservar la especie.

En ningún momento trato de eximir al Gobierno de sus errores o malas decisiones, pero con el tema de la pandemia y los esfuerzos por enfrentarla, salvar vidas, en muchos casos de los más humildes, los esfuerzos han sido cuestionados constantemente a través de intercambio de información comunicacional en las redes sociales.

Hay serios cuestionamientos que muestran una positiva preocupación por la forma en que se viene manejando el tema, pero hay otros que distraen, en la mayoría de los casos se percibe un trasfondo solapado de crear caos para beneficio de los corruptos y oportunistas.

Es sorprendente pasar breves minutos en las redes sociales y ver el intercambio entre ciudadanos imponiéndonos su “derecho” a opinar, aunque de lo que opinan, no tienen el mejor conocimiento. Ya varios han alcanzado el nivel de seguidores que “retuitean” (reenvían a otros) esas opiniones sin fundamento, quitándole valioso tiempo a los expertos que nos tratan de aclarar una y otra vez un tema. (El fenómeno de los seguidores de Donald Trump es un indicativo peligroso de engaño y amenaza a la realidad).

Sobre de dejar a un lado las “creencias”, es indispensable que nos alineemos con las recomendaciones con base en los estudios científicos. En algún momento este año se estima que habrá un control aceptable de la amenaza que ha representado para toda la humanidad la aparición de la COVID-19. No tengo problemas con los que dicen que fue por obra y gracias de seres supremos. Me preocupan los que no siguen las recomendaciones científicas y dejan su bienestar y salud a expensas de esas creencias y de charlatanes.

Tenemos que seguir cuidándonos con las medidas sanitarias que las autoridades nos han sugerido. Pero el peligro comunicacional, que envenena el desarrollo de la sociedad, solo lo podremos superar con la duda y la educación científica.

Comunicador
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