• 03/02/2014 01:00

Revisiones conceptuales

La revisión de conceptos teóricos en el camino hacia el mejoramiento de la condición social y humana es saludable y necesaria. No solo e...

La revisión de conceptos teóricos en el camino hacia el mejoramiento de la condición social y humana es saludable y necesaria. No solo es ejecutar, hay que fundamentar las acciones que pretenden alinear el futuro, sobre una visión filosófica que le dé sentido al camino y desarrollo de las sociedades; aunque para algunos sea, amasar fortunas y distribuir migajas. Por lo menos y, a mucho pesar, está definido y claro. Para cómo van las cosas, la construcción de una sociedad de avanzada, que quiera trascender hacia un sistema social altamente educado que garantice equidad y bienestar para todos, no se ve en el horizonte.

En el ejercicio de las revisiones, actualizaciones o tal vez más dramático aún, provocar cambios de paradigmas, debemos perfeccionar el proceso comunicativo que la conduce. Hace un lustro, en un ejercicio teórico de estructuración filosófica, con la intención de ordenar históricamente algunos eventos que nos trajeron a este momento, señalaba que desde el inicio de los tiempos (enfrentado a las necesidades básicas de supervivencia) el homo sapiens se ha preocupado por encontrar la manera de entenderse con su entorno: de comunicarse. En esos tiempos, esa preocupación lo condujo a establecer —sin un conocimiento educado— procesos de comunicación, ya sea por señas y gesticulaciones; bosquejos en las paredes de las cuevas; señales de humo o por medio de la utilización de los primeros elementos que conformaron un alfabeto rudimentario.

Ese homo sapiens —emisor—, transmitía su preocupación —mensaje— por medio de diversos elementos, sean estos: señas, murales, humo, alfabeto —canales— para ser descifrado por otro individuo —receptor—. Dejando a un lado el garrote, con ese modelo básico estableció un mecanismo viable para mantener una relación constante.

Cada evento de interacción entre personas o grupos humanos se ha definido por el proceso de comunicación que establezcan, independientemente de los resultados que producen esos procesos y las interacciones sociales humanas, en las cuales se llevan a cabo. La comunicación ha definido la convivencia en tiempos de paz e inequívocamente para resolver conflictos en tiempos de guerra.

El individuo busca, en términos generales y como elemento fundamental de supervivencia, ser entendido. El proceso que establezca para dar a conocer la realidad de su mundo, está intrínsicamente ligado a lo que él percibe y conoce como la realidad de su existencia. Hay que partir entonces por entender que la comunicación es el elemento primordial y central en la eterna búsqueda de un mejor entorno social.

Cada acto de comunicación responsable debe tener como fundamento el propósito de contribuir con mejorar la condición de vida de todos y debe llevarse a cabo para asistir en la construcción de un mejor entorno. Debe concebirse para moldear positivamente el marco social. Y debe realizarse con la intención de mejorar y preservar la especie.

En el contexto actual, sumado a las preocupaciones de supervivencia heredadas de nuestros antepasados, un sinnúmero de elementos del entorno (biológico-cultural-político-tecnológico-social) influyen dramáticamente en que los objetivos de un proceso de comunicación se lleven a cabo exitosamente o no; y, por consiguiente, la transformación social que pretende impulsar.

A pleno inicio del siglo XXI el proceso de comunicación se ha vuelto increíblemente complejo, en todas sus formas y en todos los campos sociales. Comunicarse, por ejemplo, con los seres queridos (la pareja, los padres, hijos, hermanos, etc.), resulta extremadamente complejo para muchas personas hoy, por las influencias del entorno y las evoluciones en cuanto a derechos y equidades sociales de los involucrados. Pero los procesos se cumplen en términos generales, muchas veces sin conocer a ciencia cierta si el resultado logrado resulta en una visión compartida de la situación tratada.

Para las organizaciones modernas el ejercicio comunicativo puede resultar mucho más complejo, especialmente para aquellas que representan una oportunidad de desarrollo para sus accionistas; para aquellas que son la esperanza de muchos, que las ven como fundamentales en la construcción de un mejor entorno social. Eso conlleva a que los que tienen la responsabilidad del proceso comunicativo de estas empresas establezcan procesos de comunicación fundamentados en la responsabilidad de fortalecer la relación con el entorno social y para conducir un proceso de cambio a mediano y largo plazo.

Después de todo lo planteado, al examinar el proceso politiquero actual y, después de un lustro de haber trazado estas ideas, hubiera yo querido ver a estas alturas, una sociedad fuerte y en crecimiento cultural que acompañara el ‘crecimiento o cambio’ que los sectores en poder proclaman con sus modernizaciones infraestructurales de los últimos seis años.

Si esto fuera así (infraestructura + crecimiento cultural), existiría una ciudad más amigable y refrescante para el común de las personas. Pero no lo es para el que tiene dinero ni para el que hace las filas para el trasporte. Y, como señal de alarma, la sociedad experimenta un declive comunicacional. Hay bulla, publicidad engañosa, descalificaciones y mentiras. No existe un proceso comunicacional educativo y decente que nos diga cuál es el camino a seguir que nos beneficiará a todos.

Gane el que gane las próximas elecciones, no veo cambios significativos en los modelos sociales ni de comunicación. Las campañas actuales son todas iguales. El proceso de comunicar para ser comprendido y, ‘a la vuelta me dices qué opinas para que lleguemos a un consenso’, no existe. Así no podemos construir una sociedad mejor... no podremos enfrentar los retos globales que se avecinan.

COMUNICADOR SOCIAL.

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