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- 18/02/2019 01:02
¿Quién es nuestra misteriosa Santa María la Antigua?
Yo lo descubrí por casualidad... Viví en Europa siete años en ciudades del norte, pero mi puerta de entrada y salida era Madrid. Como era joven y curioso, aproveché mi estadía para conocer muchos lugares, entre ellos Sevilla. ¡Fue amor a primera vista! Esa ciudad del sur de España me evocaba tanto a mi Latinoamérica querida que decidí visitarla cada vez que pudiera. Por ello muchas veces entre vuelo y vuelo tomaba el tren y visitaba a mi amada. Y fue en una de esas visitas que el misterio se aclaró.
Si le preguntas a un panameño quién es Santa María la Antigua, algunos dirán que es la Patrona de Panamá. Otros añadirán que es la virgen a la que está dedicada nuestra Catedral. Algunos más letrados agregarán que es el nombre de la primera ciudad fundada por los conquistadores españoles en Tierra Firme, y que se encuentra en algún lugar del Darién. Pero muchos se encogerán de hombros, moverán la cabeza de lado a lado, y seguirán su camino. No obstante, es parte tan importante de nuestra historia, y de la de Latinoamérica, que creí importante compartir lo que descubrí.
Un día soleado, usual en Sevilla, entré en su Catedral y contraté los servicios de un guía. Debo aclarar que soy de los que en los museos y monumentos deseo aprenderlo todo, y que puedo pasar horas en lugares que quizás algunos les echen un vistazo y sigan su camino. Por ello, prefiero estar solo cuando me dedico (dedicaba) a estos menesteres y no tener a nadie cerca impaciente por continuar su recorrido. La joven andaluza, hermosa, que me tocó como guía empezó su ‘tour' de aquella Catedral monumental, financiada principalmente con los tesoros del Nuevo Mundo. Comenzamos el recorrido y pronto llegamos a la tumba de Cristóbal Colón, hermoso monumento en el que cuatro heraldos representantes de los cuatro reinos españoles (Castilla, León, Aragón y Navarra) sostienen su féretro. Los restos de Colón tuvieron una vida accidentada y aún hoy hay disputas sobre si son los verdaderos o no —República Dominicana reclama ese derecho, por ejemplo—, pero eso sería objeto de otro artículo. Avanzamos, y a un lado de don Cristóbal estaba una capilla dedicada a la Virgen de la Antigua. ¡Era hermosa! Cuatro columnas de mármol rodeaban un nicho decorado con grabados en oro, en el que estaba la pintura de una Virgen sosteniendo al niño en sus brazos, una rosa blanca y siendo coronada por dos ángeles. Me moví para seguir mi recorrido, pero mi guía me dijo:
— ‘¿Sabía usted que esta era la virgen preferida por Cristóbal Colón y muchos de los conquistadores? Aquí venían a rezar antes de partir a las Américas para pedirle un buen viaje, y a su regreso, para agradecerle sus bondades'.
— ‘No. No lo sabía...'.
— ‘Era tal la unión con esta Virgen que el Almirante pidió ser enterrado en la Iglesia de la Antigua en Valladolid. Después hubo muchos viajes de sus restos, incluyendo a América, hasta que por fin fue traído y enterrado aquí, muy cerca de su amada Virgen'.
— ‘¿Sabe la historia de esta Virgen?' —preguntó.
— ‘La verdad, no'.
— ‘Aquí, en el lugar en donde está construida la Catedral, dice la leyenda que hubo un templo dedicado a Venus, y que cuando llegó el cristianismo fue convertido en una capilla. La imagen de Venus se transformó en la de la Virgen. En aquellos tiempos no se le apodaba como ‘La Antigua'. Cuando se produjo la invasión musulmana en el año 711 d. C. se escondió detrás de un tabique o se pintó encima de ella para esconderla. De ese modo permaneció oculta por cientos de años hasta que en el año 1248 Fernando III de Castilla reconquistó la ciudad y la imagen fue descubierta. Por eso se le llama ‘La Antigua'. Porque era de antes de la época musulmana. Fue encontrada muchos siglos después de pintada y por eso la llamaron ‘La Antigua'.'.
Reconozco que aquella historia lanzó mi imaginación a volar. Me quedé algún tiempo frente aquella capilla preciosa y al fin partí de allí con un tesoro nuevo bajo el brazo. De allí en adelante tuve la costumbre de visitar Sevilla cada vez que partía de Europa y pedirle a la Virgen por un buen viaje, tal y como nuestros antepasados habían hecho siglos antes.
Una vez pensé que el vuelo a Panamá me tomaría once horas, pero que a aquellos españoles intrépidos y osados les tomaba más de un mes, en carabelas endebles y peligrosas.
Finalizo diciendo que en Sevilla, puerta de salida a las Américas por muchos siglos, aprendí mucho de nuestras costumbres, tradiciones y carácter. Querámoslo o no, nuestra cultura y ser están impregnados de lo que estos hombres y mujeres trajeron a nuestras tierras partiendo de lugares como Sevilla; y eso, combinado con la cultura y gentes que encontraron en lo que para ellos era ‘un nuevo mundo', somos lo que somos hoy.
SÍ, ESCRITOR.