• 27/08/2016 02:00

La sincronía en la sinestesia

Dedicado a Cristina Che Hassán de Gordón y Tomás Herrera, lectores entusiastas de mis composiciones literarias 

Enrique Jaramillo Levi es un escritor de complejidades metaficcionales y endogámicas. Las historias, a menudo abstrusas, son poco convencionales, surgen en los necios meandros del absurdo y tienen una suerte de extrañamiento poroso y omnipresente capaz de desquiciar lo cotidiano a través de la duplicidad y el sinsentido. Los relatos son desbordantes en una arquitectura de lo oblicuo, se distinguen por un realismo tremendista que oscila entre lo escatológico y el esperpento; en una ocasión lo califiqué como un escritor metafísico como Kant.

Jaramillo Levi es auténtico, singular, las palabra le salen a borbotones de cada poro, gozan de un fluir de aguas turbulentas; con sensibilidad agudísima, sabe interpretar pensamientos y emociones. Él escribe para ser, ontológicamente, su fuerza interior lo multiplica en variadas facetas como narrador, poeta, ensayista catedrático, promotor cultural, editor, ciudadano contestatario.

Enrique es un escritor mañoso, rompe la rutina de la rutina al buscar nuevos horizontes, confronta los tabúes de lo prohibido sin necesidad de contextos ni referencias laudatorias. Escribe a contracorriente, con la sensación extraña de los ungidos, en una sincronía ineludible llena sus vacíos existenciales con la fuerza apabullante de lo real.

Sinestesia es una antología de lo grotesco, son cien minicuentos de filtraciones que expresan su afán de contar y desnudan sus inmersiones en ese universo insondable de los recodos del alma. Jaramillo Levi me recuerda a Michael Ende el escritor alemán en su obra El espejo en el espejo, con su alucinante escritura, establece una notable conjunción de sueños, pesadillas y reflexiones en torno a la vida y la muerte con obsesionantes cuestionamientos éticos, religiosos y estéticos.

Sinestesia es un arco iris de contrapuntos en su temática, los cuales demuestran la irrealidad de lo real. Aborda el erotismo sin tiempos fronterizos con el sello de lo primigenio en el ser humano, sin complicaciones conceptuales ni atavismos.

La sensualidad la asedia como Juan Ruiz y Fernando de Rojas en Don Amor (1330) y La Celestina (1499), obras satíricas de las letras universales. Octavio Paz en su ensayo La llama doble (1994) armoniza pitagóricamente el instinto, la imaginación y el sentimiento en una composición estética magistral. Paz humaniza a plenitud el misterio del amor.

La sexualidad, el erotismo y el amor son ángulos de un triángulo sensitivo. La sensualidad y la emoción se corresponden con nuestro cuerpo. El sexo es la raíz, el erotismo es el tallo y el amor es la flor del árbol más hermoso del universo, esos tres elementos sustentan el secreto de la existencia vital.

Las narraciones y poemas de Enrique Jaramillo Levi tienen ese toque del erotismo libre de prejuicios y en Sinestesia abundan.

Mi clon Ricardo Arturo Ríos Torres, en Las raíces compartidas (1993), analiza los textos del escritor colonense. Las reflexiones son puntuales cuando irrumpe como lector crítico en Ahora que soy él , La voz despalabrada , Puertas y ventanas , El fabricante de máscaras , Más allá de las duplicaciones .

Musas del Centenario (2003) es una aproximación a los relatos de Senderos retorcidos y al poemario Conjuros y presagios .

Yo, Sir Richard Brooks, escudero cósmico de Alonso Quijano, inmortalizo a Enrique Jaramillo Levi con mi locura narrativa, en el singular clásico La calle del espanto .

Nota. En Panamá solo hay tres revistas culturales con periodicidad comprobada: La Revista Lotería , Tareas y Maga , dirigida por Enrique Jaramillo Levi, es uno de sus méritos y logros.

En el boletín Huellas del Círculo de Lectura de la USMA hay reseñas sobre sus obras.

Referencia Bibliográfica: Jaramillo Levi, Enrique/ Sinestesia , San José (Costa Rica), URUK editores, 2016. 206 páginas.

Dedicado a Cristina Che Hassán de Gordón y Tomás Herrera, lectores entusiastas de mis composiciones literarias.

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