• 20/11/2012 01:00

Soñando despierto

El sueño despierto compartido más famoso de mi generación indudablemente fue el ‘Yo tuve un sueño’ del líder integracionista norteameric...

El sueño despierto compartido más famoso de mi generación indudablemente fue el ‘Yo tuve un sueño’ del líder integracionista norteamericano Martin Luther King, en el que compartió con el mundo su sueño de ver un país sin segregación y sus hermanos negros disfrutando por igual en ese gran país. Por siglos la Humanidad ha tratado de entender los sueños, pero los dormidos. Muchos los usan para apostar caballos, comprar lotería, hasta para predecir eventos. Más fácil de entender, estoy seguro, son los sueños despierto. Ese conjunto de eventos que quisieras en tu mente que ocurran, aunque al final tienes que aceptar que difícilmente ocurrirán.

Pero soñar despierto no cuesta nada, ni le hace daño a nadie. Como por ejemplo, me gustaría imaginar que en la próxima campaña electoral, cuando algunos candidatos a puestos lleguen a ciertas comunidades con bolsas de comida al menos un elector los largue y les aclare que su voto no se compra con una bolsa de comida, menos si pretenden reelegirse tras haber estado por cinco años en la más desprestigiada Asamblea Nacional de Diputados de la historia.

¿O qué te parecería si cuando los tránsfugas pasen ahora a buscar apoyo para su reelección los electores les aclararan que no votarán más por ellos, si en la elección pasada los eligieron en un partido y ellos traicionaron su mandato buscando un oportunismo que solo indica que querían ocupar el cargo para beneficiarse ellos y no representar a quien los eligió? Cuánto me gustaría ver electores rechazando a estos tránsfugas en sus giras por los circuitos que una vez los respaldaron y ellos traicionaron.

¿Te imaginas, por ejemplo, al residente de El Chorrillo recibiendo a Sergio Gálvez con un discurso serio y fuerte que le recrimine el flaco favor que la ha hecho a sus residentes, proyectándose con chabacanerías, grosería y prepotencia por 5 años, dejando mal a sus propios electores? Un electorado maduro y responsable podría darle finalmente una lección a todos estos políticos, que solo han pelechado y han dejado tan mal a la clase política. Pero no solo es el no darle el voto, es finalmente decirles las verdades para que sepan que este pueblo es más maduro y tiene más cultura política que la que ellos han estimado.

Cómo también me gustaría ver a algunos ministros y exministros salir a buscar votos y que los reciba el electorado cantándoles la verdad, que no vengan ellos, que representan la corrupción y el enriquecimiento ilícito, que no pretendan darse ahora de grandes políticos, cuando en su mandato solo existieron denuncias de peculados, sobreprecios, falta de transparencia y encima en muchos casos prepotencia. Te imaginas el placer que tendríamos si al llegar un candidato a presidente los electores le digan públicamente, ‘Señor, a Ud. lo recibimos, pero de su entorno no nos insulte trayendo a fulano, mengano y sutanejo, conocidos por sus malos manejos en posiciones públicas’.

Panamá tiene un gran futuro por delante, pero dependerá de la capacidad de elegir del pueblo. Hay que elegir personas honestas, que no tengan en su pasado ningún rasgo de deshonestidad, que puedan justificar sus bienes, que muestren una familia espiritualmente unida. Basta ya de oportunistas, ladrones y facinerosos en cargos de elección. Como me gustaría ver un electorado que al discurso demagogo lo silbe y lo abuchee, diciéndole al orador demagogo, mentiroso, oportunista. No podemos seguir apadrinando aspirantes que en el mundo del rumor, casi siempre ciertos en nuestro país, se les ve como lavadores de dinero, narcotraficantes, padrinos de pandillas o simplemente adinerados que no pueden justificar su fortuna.

Somos más de 3.5 millones de habitantes, es imposible que si en los partidos políticos hay más de 1,2 millones de inscritos no podamos proponer mejores candidatos a los distintos puestos. Quizás es hora de limitar con la edad a los aspirantes, quizás los menores de 35 años todavía no han caído en las garras de la ambición y la deshonestidad, quizás esos son los únicos profesionales limpios que nos quedan con certeza, en un país donde el juegavivo ha imperado desde la edad escolar. Un país que tiene un PIB de más de $30,000,000,000.00, que tiene una tasa de crecimiento de más de 8% desde más de 8 años, que tiene un desempleo menos de 5.4%, es un país sin problemas aparentes. Pero, si las obras no se hacen sin sobrecostos, si las adjudicaciones son por mejor valor y no mejor precio, si los funcionarios son expertos en gastar cuanto fondo cae en sus manos, donde el Municipio capitalino tiene un presupuesto de 106 millones, la Asamblea 70 millones (en 1994 con Endara era de 17 millones), nunca será posible mejorar la distribución de riqueza, darle a los de menos más oportunidades, desarrollar las obras de infraestructura que faltan por construir.

El discurso que tiene que llevar el aspirante al puesto que sea, a ese elector que yo quisiera estuviese preparado para echar a los deshonestos, tránsfugas, oportunistas que lleguen a buscar su voto, es muy sencillo. ‘Querido elector, YO no voy a robar, nunca he robado, nunca robare’, y si llenamos la Asamblea y los Consejos Municipales con aquellos que cumplan ese sencillo mensaje, Panamá tendrá mejores días garantizados. La alternativa, no mi sueño, es que el elector siga prefiriendo al que le lleva la bolsa de comida, la hoja de zinc, los bloques o el tanque de gas, que no ponga reparo en el historial del aspirante y sigamos gobernados por quienes en lugar de la Asamblea o Consejo deberían estar en la cárcel.

INGENIERO INDUSTRIAL Y ANALISTA POLÍTICO.

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