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- 13/04/2020 00:00
Soñar con una nueva normalidad
Mi primer impulso todas las semanas es la de presentar temas alejados del vaivén de la problemática nacional. Eso es difícil. Ofrecerles, por ejemplo, temas literarios, o resumir avances en lo cultural, o la visión de otras sociedades similares a las nuestras (en población, economía, diversidad sociocultural, etc.), y que nos llevan ventajas apreciables en lo que respecta al desarrollo de sus poblaciones. O sugerir algún libro que, en tiempos como estos, pueden servirle, conocer otros autores y disfrutar de sus propuestas.
Pero los acontecimientos cotidianos distraen, mucho más en tiempos como estos, y veo como necesario no dejar pasar algunas cosas que, como comunidad, debemos tener presente, para bien o para mal. Subrayar y resaltarlos por si acaso, en las cosas de la lucha cotidiana por salvar la vida en tiempos de pandemia, no han podido estar al tanto. Así, les dejo para su propia apreciación (sin valoraciones ni comentarios personales de este servidor), las declaraciones de Julio de la Lastra, presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep). Dijo: “De nada va a servir al país tener una población 100 % sana, si se va a tener un país en bancarrota”.
En la desesperación muchas personas, con el fin de superar sus depresiones y miedos, añoran volver a la normalidad. Eso de “volver a la normalidad” es conveniente para los que se han aprovechado siempre de la misma. (Para los fines de este escrito, según la RAE, el término “normal” significa: “Habitual u ordinario”. “Habitual: que se hace, padece o posee con continuación o por hábito”).
Los efectos de la pandemia que sufrimos llevan a mirar hacia atrás y al desespero en algún grado cuando miramos hacia delante. El futuro es incierto, realmente no sabemos qué va a pasar mañana, la próxima semana, el próximo mes o dentro de cuatro o seis meses. Por eso, el común de los mortales busca confort en el pasado, eso que conocen y que, en términos generales, era la normalidad de la vida.
Pero es un sentimiento tan peligroso como la pandemia misma. En un mundo como este y en un país como el nuestro, la normalidad del pasado no es buena para las clases más necesitadas y que han sido las más sufridas en términos de atención de salud desde hace ya varios lustros. Por allí hay quienes aseveran que la pandemia ha sido un igualador; que ha sido igual de tenaz en todos los estratos sociales y económicos y, si no fuera por lo peligroso y mortal del contagio multiplicador, tal vez el panameño que va y viene todos los días en la lucha por la supervivencia, no recibiría la atención tan necesaria para detener la cadena de contagio y para salvar su vida.
Son harto conocidos todos los señalamientos puntuales de todos los que opinamos en los medios sobre las injusticias y las faltas que el sistema añorado tiene. Esa normalidad es la gente vendiendo cosas en los semáforos de la ciudad para ver cómo llevan algo a la mesa de comida de sus familias. Esa misma gente no cuenta con el respaldo de la seguridad social para atenderla por una enfermedad cualquiera en tiempos normales. Lo que hemos tenido es un sistema de salud que, en el diario, no tiene las condiciones para resolver los problemas de atención de la comunidad, a lo largo del país.
La normalidad añorada es un sistema educativo caduco y sin propuestas realmente válidas para cambiar la vida de las capas más humildes. Que los estimulen por seguir estudiando y contribuyendo a niveles superiores en la investigación científica, las artes y la cultura. Los llamados “influencers” e histriones de la farándula criolla sin propuestas interesantes. Con mirar atrás, la normalidad añorada es la Asamblea Nacional. Dejo esos ejemplos.
La pandemia debe reformular los objetivos nacionales. Una discusión teórica sobre las evidentes fallas del capitalismo no significa que proponemos otros sistemas con evidentes problemas. Lo que este tiempo debe hacer es impulsarnos a mirar hacia delante y enterrar esa normalidad que nuestra mente hace que miremos. Que de ahora en adelante construyamos un sistema económico, social y cultural con el objetivo del bienestar humano de la población y que a la postre, nos haga mejores humanos a todos. Así podré de vez en cuando compartirles otros temas.