• 22/09/2013 02:00

Periodismo, sumisión y chabacanería

Una de esas noches estrelladas panameñas, nos citaron a la antigua azotea de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad de Pana...

Una de esas noches estrelladas panameñas, nos citaron a la antigua azotea de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad de Panamá, para hacernos EL RITO DE INICIACIÓN al Periodismo.

El oferente, el nunca olvidado profesor INDALECIO RODRÍGUEZ LIEVANO, quien, tintero en mano, con tinta de impresión, nos introducía el dedo en el recipiente, para impregnarnos ‘con la tinta usada en Periodismo’.

‘Esta tinta posee plomo, y recuerden que en el Periodismo hay que tener la efectividad, el peso y la eficacia del plomo. Queremos que ese metal, entre e impregne su sangre para que sepan comprometerse con esta profesión que hoy escogen’, así de sencillo fue el rito, acompañado de gaseosas y perros calientes, pues no había mucho presupuesto pero sí, mucho entusiasmo, solemnidad y compromiso.

Algo así como un pacto de Sangre y Tinta con un compromiso férreo en tan delicada profesión. Al igual que muchos jóvenes de ayer, hoy y mañana creíamos, en primera, instancia que esto era cosa de soplar y hacer botellas, pero mientras más nos metíamos en ella nos dábamos cuenta del compromiso cada vez más fuerte en el que estábamos.

Y es que con lo que escribes, dices o proyectas en el medio que hayas escogido, puedes edificar o destruir para toda la vida a una persona, agrupación, máxime cuando no hay sustentación previa de lo que dices o aseveras. Ningún colega puede basarse en los rumores, en el bochinche o en el síndrome del GADEJO para ofender, descalificar o arremeter contra otra persona.

Hay quienes piensan que el periodista que trabaja, ya sea en gobierno o empresa privada, debe ser el mago arlequín que transforme en bueno todo lo malo que hace un jefe o los jefecillos de turno, cuyas ignorancias oceánicas los llevan a pensar que el Periodismo es eso. NO, esta profesión es y debe ser para gente con criterio bien formado, con dignidad y sobre todo con sabiduría, que le pueda corregir a su jefe, diciéndole: ‘JEFE, NO SE DICE ‘HAIGAN’, SE DICE HAYAN’. PERO MUCHAS VECES EL QUE DEBE CORREGIR, ANDA PEOR.

Siento que en el país hay tantos temas sociales, económicos, científicos, culturales, educativos que abordar en cada provincia, pero pareciera que hay más pasión por si ‘la gorda, o el flaco, la china o la chomba, tienen marido nuevo o si el político ‘de siempre’ panameño está en vías de extinción’.

El respeto a los demás, comienza por uno, y es de tan mal gusto escuchar o leer comentarios o entrevistas rápidas a dolientes, a quienes les preguntan ‘¡cómo se siente’, ¿después de que el entrevistado ha perdido su casa, enseres... o familiares luego de un derrumbe, inundación, colapso, desgracia. Hay que ser sumamente torpe para hacerlo, de allí tan malos comentarios.

El tacto es fundamental, no se va a hablar de soga, en la casa del ahorcado. Tan sencillo como eso. Algunas veces, veo los desprecios olímpicos que cierto personajes le hacen a los colegas, y eso se debe a la poca o baja estima de personas que se dicen llamar periodistas, pero que lejos de cámaras o de fotos, alargan la mano para recibir prebendas, en el tanque lleno, el pago de matrículas de los hijos, o la cirugía de las ‘bubis’ o de otra cosa, y allí bien cabe aquello de que ‘cuando favores se deben, derechos se pierden’.

A esos o esas tipejas, se les da BANQUETA DE HIELO FOREVER, y me echan un cuento. En esta profesión se aprende a vivir en grande con el bolsillo vacío, pero con decoro y dignidad. La DIGNIDAD no paga el alquiler, pero duermes tranquilo y sin guardaespaldas.

Aquellos que hacen conferencias para ‘llenarle el estómago’ a los periodistas y tragos para jumarlos, siempre encontrarán concurrencia sumisa, que al final, serán los chabacanos históricos de la profesión, porque en ella todos nos conocemos, sabemos qué pata cojean y cuál fue su precio.

Ojalá que el plomo de iniciación vuelva a aparecer en la hoy Facultad de Comunicación Social.

PERIODISTA.

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