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- 21/03/2015 01:00
Toquemos a tiempo
Uno de los grandes problemas que enfrentan los eventos en los que están involucrados los músicos panameños, de países latinoamericanos y de otros lares, son la impuntualidad y los retrasos en los inicios de los conciertos y presentaciones que involucran seguidores de determinados géneros que pasan horas esperando para disfrutar de un espectáculo.
El polifacético amigo, músico ‘rockero’ y escritor Raúl Altamar Arias, ha lanzado una gran idea que bien la expresa en la significativa frase: ‘Toquemos a Tiempo’, que consiste en sugerir, solicitar a los empresarios, músicos y a todos los involucrados en los eventos o conciertos en que participen artistas panameños del Metal y de Rock que estos se efectúen en las horas programadas y anunciadas en los boletos, carteles, anuncios de televisión y radio.
Esta idea surge de lo que se ha convertido en una mala costumbre, de anunciar eventos a determinadas horas y luego, cuando ya la muchedumbre está en los locales, por retraso de las bandas, de los músicos o de los preparativos del evento que no están a punto, el mismo arranca dos o más horas después de la indicada. Desde luego esto ha traído una gran resistencia de la muchachada, amantes de estos gustados géneros musicales, porque obviamente pierden su tiempo y, en especial, el entusiasmo, opacando la brillantes de estos conciertos.
De igual forma ha ocurrido con las actividades típicas, las cuales están en acelerado retroceso, debido a estas mismas causas, pero con serios agravantes que están dando al traste con dichos eventos.
No soy de los que solo aceptan que ‘tiempos pasados fueron mejores’, no, soy de los que opina que debemos aprender de las experiencias del pasado. Frescos están los recuerdos de ‘las tardes de cantaderas’ de los fines de semana de los desaparecidos centros de diversión renombrados, como el Jardín Atlas, El Orgullo de Azuero, el Cosita Buena, entre otros; mucho antes el Club Ticeño que luego pasó a ser el Club Tableño, Club La Pollera y otros centros de reconocido prestigio, en donde las actividades comenzaban a las dos de la tarde con cantaderas de lujo, con cantadores de la talla de: Juan Garrido, MIN Acevedo, Agustín Rodríguez, Bolívar Barrios, Severino Medina, Tiodolo Batista y muchos otros grandes artistas, acompañados por las guitarras de José del Carmen González, de QUIQUE Subía, de otros grandes de la Mejoranera y de la guitarra española. Estos eventos se caracterizaban por la puntualidad. A las ocho de la noche ya estaban listos los ases del acordeón: Claudio Castillo, Dorindo Cárdenas, Ceferino Nieto, YIN Carrizo y otros músicos de la época como: FITO Espino, Roberto ‘PAPI’ Brandao, Amadís Bernal, PEPO Barría. Esta modalidad se trasladó a los centros de diversión del interior del país, especialmente en la provincia de Los Santos, en donde ‘las tardes de cantaderas’ reemplazaron los ‘velorios cantá’os’; efectuando bailes con casi los mismos artistas del acordeón, a las ocho de la noche.
Lamentablemente, las actividades típicas, estimo, están en franca decadencia, puesto que sufren los mismos problemas de los conciertos de Rock y Metal, la puntualidad. Con otros agravantes como los altos costos de las actividades. En una actividad típica como una fiesta patronal, nos encontramos que ya nadie ofrece ni una sola res para que sea ‘jugada’ de forma gratuita o por la fe al santo patrono, como antaño. El ganado para los juegos de toros tiene un costo, debido a que ya no se ‘juega la res’, hoy se monta, se ‘colea’ y se maltrata el animal; causándole mucho daño y hasta la muerte. Si se incluyen cantaderas, estas tienen costo de entrada, e inicia a las cinco treinta de la tarde; a las diez y treinta termina. Al iniciar el baile, el costo por bailar (se ha multiplicado por diez), el que se cancela al colocársele en el cuello de la camisa el famoso ‘tax’. Si desea que su pareja esté cómoda para el disfrute de la actividad, tiene que alquilar las sillas y las mesas aparte.
En otras palabras, para asistir a una noche de fiesta típica en la ciudad o en nuestro amado interior, un joven o adulto mayor, si desea atender su pareja como en los tiempos de antes, celebrando con sus amigos, tiene que contar con una buena suma de Balboas disponibles en su bolsillo.
Otro de los serios problemas es el alto costo de los artistas versus el poco tiempo de su participación, pero lo que más afecta a los que gustan de estas actividades festivas son los horarios de los bailes, estos comienzan a las once de la noche y solo interpretan no más de cinco piezas musicales. Ya de madrugada, los músicos a las dos o tres de la mañana recogen sus instrumentos y se retiran, sin importarles si la actividad fue exitosa o no, llevando consigo el pago contratado, sin misericordia.
Sugiero un nuevo orden basado en las experiencias del pasado, en todas las actividades musicales de todos los géneros musicales, para evitar el fracaso: ‘Toquemos a tiempo’. Que se mejoren los precios por parte de los músicos ‘tipiqueros’, que los bailes inicien más temprano para que valga la pena que los empresarios arriesguen sus capitales y vuelvan a proliferar los bailes típicos, como antaño.
ESCRITOR, COMPOSITOR Y FOLCLORISTA.