• 28/02/2013 01:00

El uso de la tortura

H ace unos años atrás recuerdo haber escuchado a un famoso general israelí decir que él sabía cómo quebrar a las personas y yo me pregun...

H ace unos años atrás recuerdo haber escuchado a un famoso general israelí decir que él sabía cómo quebrar a las personas y yo me preguntaba: ‘¿Cómo será esto que dice con tanta seguridad este señor de la Mossad?’.

Nunca se me hubiera ocurrido que se derrumbaran casas e impidieran el paso con trincheras solo por prepotencia y el gusto de hacer sufrir a palestinos, que se les martirizara constantemente, que se cometieran actos abominables en las cárceles en nombre de la libertad, tomaran fotografías de personas torturadas en las cárceles y filmaran, que los miembros de un ejército que, se jacte de ser demócrata, se preste para tal vejación, que enviaran por correo electrónico a sus amigos y familiares fotografías tan degradantes del ser humano como trofeos de guerra abusando la dignidad humana, aparecen las peores patologías y depravaciones sexuales, se les enfrenta a perros asesinos para que les desgarren sus genitales y sus vida.

No hay duda de que esto es un espejo de gobiernos indolentes. Lo extraño y patológico es ver los rostros de alegría y triunfo de estos funcionarios gozando con la desgracia ajena. Muchos miembros del ejército saborean el sentimiento de estar absolutamente en lo justo cuando cometen atrocidades en la guerra, gozando al cometer atrocidades sin ninguna inhibición moral y ningún sentimiento de culpa. En ‘El efecto de Lucifer: el porqué de la maldad, el lado oscuro de la naturaleza humana’, obra del psicólogo social Felipe Zimbardo, especialista en la psicología del mal, la transformación del carácter, el terrorismo, la violencia y la agresividad, afirma que esto sucede debido a que los carceleros se aburren, que si se les examina, salen bien en las pruebas psicológicas.

Philip Zimbardo fue el responsable investigador principal, crea dor del famoso experimento de la universidad de Stanford en 1971 sobre el sadismo y la agresividad en las cárceles. Revela la transformación de Lucifer, ángel favorito de Dios convertido en demonio.

Individuos y grupos difieren enormemente en su tendencia a cometer atrocidades, cuando se suscita su odio contra otras etnias y otras gentes. Debemos aprender a tolerar las diferencias, perdonar a nuestros enemigos, para no igualarnos a ellos. No contentos con haber destruido las riquezas arqueológicas, la vida, los hospitales, ciudades, universidades, familias, hogares y haber mentido al mundo entero simulando una guerra que solo beneficia el bolsillo de los altos dirigentes políticos del norte, han acabado por mostrar la decadencia de este país, que tanta gente admiraba y pensaba que era un defensor de los derechos humanos.

El Museo de la Historia Occidental es ahora visual, las fotografías tienen un poder insuperable para determinar el recuento de los hechos y definir la asociación de los participantes en una guerra sin fin, donde EE.UU. se han ensañado en víctimas inocentes.

La tortura es: ‘Cualquier acto en que se inflija un dolor severo o sufrimiento, ya sea físico o mental, ya sea intencionadamente infligido a una persona por razones de conseguir de ella o de una tercera persona información o una confesión.’. (Definición de la Convención de 1984 en Contra de la Tortura y Otro Trato Cruel, Inhumano o Castigo Degradante.)

‘Ninguna circunstancia excepcional justifica el uso de la tortura, ni en un estado en Guerra o en peligro de Guerra, ni la inestabilidad política interna o en una emergencia pública, debe invocarse como justificación la tortura.’.

Todas las convenciones sobre tortura son claras y específicas e incluyen el trato cruel que intenta humillar a la víctima, como dejar a los prisioneros desnudos en celdas y corredores. Recientemente asesinaron a un joven palestino en una cárcel israelí por medio de la tortura. El comportamiento sanguinario y sadista viola los principios de las Convenciones de Ginebra, es inaceptable; no hay nada que justifique esta conducta aberrante, deplorada por todos, no hay compensación que se le pueda dar a las víctimas torturadas o a sus familias. Aceptar la tortura es inmoral y degradante.

PSICÓLOGA, ESCRITORA Y DOCENTE UNIVERSITARIA.

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