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- 13/06/2010 02:00
Una trampa de muerte
Ante los múltiples problemas y quejas, cambiemos la brújula. En esta ocasión para hacer un breve comentario en torno a la desastrosa situación de la carretera Panamericana, expresión sincera de indiferencia y trampa de muerte que lo es a todas luces.
El riesgo que este trayecto de unos 250 kms. de la ciudad de Santiago a Panamá representa, salvo pequeña diferencia, es un tema que debe llamar la atención a las autoridades indicadas. Largos tramos totalmente en la tenebrosidad, en las tinieblas o penumbra complican la habilidad o astucia del dueño del volante.
Una ausencia de señalización o casi ninguna señalización, los conductores pueden apreciar para llevar un mejor control de la nave. No existen líneas divisorias centrales ni mucho menos los llamados ‘ojos de venado’ o algo que permita un mejor y adecuado manejo para escapar de las trampas y de la muerte. Los señores conductores han de compartir conmigo estos comentarios que lo hacemos, no como una simple crítica al sistema, sino como un llamado férvido de atención a la Autoridad Nacional del Tránsito y Transporte Terrestre, para que baje a la realidad del interior del país y perciban así un panorama diferente y una cruda realidad.
Igual anomalía la podemos apreciar a lo largo de los ‘hombros’ de la carretera, en donde por la falta de signos de advertencia, de dirección o de guía, la imaginación y la pericia en el manejo apartan a los ocupantes del vehículo, de la muerte. No invento en este discurrir del tema; el problema asoma así de sencillo en el diario conversar con los conductores, inclusive, versados en el manejo.
Considero muy respetuosamente, que hay que hacer un alto y adoptar los correctivos que las circunstancias ameritan, sin mezquindad para con los gastos que haya que asumir por la seguridad de las personas y la mejor conducción del auto.
Si las autoridades no toman carta en el asunto, tendrán que cargar moralmente, una vez más, sobre sus verdaderos hombros todo tipo de accidentes que se originen, debido a las causales que se han identificado a lo largo de la carretera Panamericana que he denominado la ‘trampa de muerte’ a lo largo de la cintura del Istmo de Panamá.
No he descubierto el agua tibia ni nada nuevo estoy aportando. Se trata de un gran problema social que pretendo exponer con comedimiento y ecuanimidad a la luz de los mejores intereses de la sociedad. Si esta misma sociedad aporta al Fisco Nacional y paga sus impuestos, entonces, se merece un trato preferencial, brindando mejores vías de comunicación, confortables y seguras.
Y, finalmente, percibo a primera vista, que no hubiese supervisión por parte del Ministerio de Obras Públicas de lo que aquí hacemos referencia. Esa ausencia fiscalizadora es notoria, por cuanto no quiero creer que con el beneplácito de la institución rectora de obras se cometan yerros en grave perjuicio para los usuarios.
*EX LEGISLADOR DE LA REPÚBLICA.