• 13/12/2023 07:24

Un día dedicado a las montañas

No olvidemos que las montañas representan un 27% de la superficie terrestre y que albergan al menos un 30% de la biodiversidad global

Cada montaña es única. Cada cordillera y cada sierra también son únicas, no solo por sus formas y altitudes, sino por todo lo que representan, en agua, clima y biodiversidad del planeta. Son los altos monumentos de la corteza terrestre que proveen indispensables servicios ambientales. Las montañas están repartidas en el planeta en todos los continentes e incluso hay grandes cordilleras submarinas de alto valor para la biodiversidad marina; mientras que las montañas terrestres son los pináculos naturales de los paisajes que nos dan mucha vida aguas abajo y montañas arriba.

Recalcamos que las montañas en función de sus fajas altitudinales son centros de especiación de plantas y animales y son los captadores y reservorios de agua de las cuencas altas de millares de ríos. Las grandes cadenas montañosas también moldean el clima del planeta. Sin embargo, muchas de las grandes montañas del mundo están siendo degradadas por diversas actividades humanas con prácticas insostenibles y existen muchos riesgos de perder ecosistemas completos y servicios ecosistémicos claves. Debido a todas esas virtudes y los peligros que corren, es que la Naciones Unidas declaró desde el año 2003 la celebración cada 11 de diciembre como el Día Internacional de las Montañas.

En este vigésimo año el lema de la celebración es la restauración de los ecosistemas de montaña, en función que estamos en el decenio de la restauración de todos los ecosistemas del planeta y es el momento oportuno para lograr más apoyo de los tomadores de decisión, generar más investigación científica y lograr mayores recursos financieros para que sea más exitoso el programa de restauración y logremos detener los procesos de degradación de los ecosistemas de las montañas.

No olvidemos que las montañas representan un 27% de la superficie terrestre y que albergan al menos un 30% de la biodiversidad global. Las montañas de Panamá, a pesar de que no son tan altas como en otros países, ha moldeado fuertemente los ecosistemas y la ecología que tiene el país. Los sistemas montañosos de Panamá más destacados son la Cordillera de Talamanca, que compartimos con Costa Rica, la Cordillera Central de Panamá, que se extiende desde Fortuna hasta Campana. Las tierras altas de Chagres, las tierras altas de Darién y las tierras altas de Azuero. De esos sistemas montañosos panameños derivan los ecosistemas conocidos como los bosques montanos de Talamanca, los bosques montanos del oriente panameño, los bosques montanos centrales y los bosques montanos de Azuero. Mucha biodiversidad en juego, mucha naturaleza que proteger.

No olvidar tampoco que las montañas en Panamá son claves para cultivos de hortalizas diversas, ganadería de leche y café. Además, con su orografía y bosques son los grandes aportadores de agua para innumerables hidroeléctricas que si bien hacen un servicio de producción eléctrica, también siguen haciendo mucho daño ecológico a los ríos. Es por ello que se hace imperativo aumentar el nivel de conciencia colectiva que auspicie con fuerza la agenda para el desarrollo sostenible que impida más deterioro al existente e iniciemos un proceso hacia lo mejor en cada país.

Las montañas deben ser protegidas no solo por ética, sino porque destruirlas es destruir nuestros propios cimientos humanos. Dependemos que nuestras montañas siguen aportando agua abundante y de calidad, sigan protegiendo los bosques y toda la biota que contiene. Que no decir de las atractivas montañas para el urbanismo sostenible, recreación y turismo de primer nivel. Hay una anécdota del gran alpinista George Mallory por qué escalar el monte Everest, él contestó: “Porque está ahí”. En realidad, la pregunta que debemos hacer todos, es por qué debemos proteger las montañas y la respuesta debe ser porque están allí no solo como símbolos grandiosos de la Tierra, sino como ecosistemas vivos que necesitan ser protegidos de las acciones humanas que las deterioran.

El autor es biólogo.

Lo Nuevo