Panamá acaba de cerrar su participación en los XII Juegos Deportivos Centroamericanos, que de por sí, constituye el juego regional de más bajo nivel en que toman parte nuestros deportistas, en su largo y tortuoso camino, hasta alcanzar participar por clasificación en unos Juegos Olímpicos.

Un tercer lugar que para algunos es hazaña histórica, mientras que para otros (expertos), es una posición para reflexionar, comparar, sacar cuentas, y planificar para el camino olímpico y federativo que todavía queda por delante.

Panamá ha participado en todos estos juegos desde 1973, con altas y bajas en cuanto a un lugar en la tabla final de posiciones, en base a medallas de oro, plata y bronce obtenidas.

Es oportuno recordar que para la primera versión de estos juegos (1973) tuvimos como representantes a los atletas que habían tomado parte en los XI Juegos Centroamericanos y del Caribe “Panamá 1970”

Para los II Juegos Deportivos Centroamericanos “San Salvador 1977” la fuerza competitiva de Panamá se basó en los atletas que habían tomado parte en los VII Juegos Bolivarianos “Panamá 1973”.

Dos sedes en la que de un lado se construyeron infraestructuras deportivas y de otro se remodelaron.

De allí en adelante, nuestras representaciones deportivas, como siempre provenían del atleta que le faltaba de todo; sin implementos deportivos, sin la ropa deportiva adecuada, sin recursos para el pasaje hacia y desde el lugar de entrenamiento, sin planes de entrenamiento, sin entrenadores profesionales (solo empíricos), sin bases ni campamentos de entrenamiento, sin las Ciencias aplicadas al deporte, con una institución pública con un bajo prepuesto para atender el deporte, sin estímulo económico deportivo y sin contar con todo lo anterior, esos atletas viajaban solo con las ganas de triunfar. Cumplir una preparación deportiva era más un que una utopía, era un sueño.

A partir del 2008, aparte del incremento en el presupuesto del Estado para atender el deporte, ya comienza a evidenciarse un apoyo público sistemático y progresivo para el atleta y su respectiva organización deportiva.

Ahora el atleta dispone de recursos económicos aportados, para su transporte, campamentos y bases de entrenamiento fuera del país, toda la indumentaria necesaria para entrenar, control médico de salud y de estado de preparación, entrenadores profesionales y un apoyo a su organización deportiva tanto para campeonatos nacionales, como para los campeonatos federativos internacionales.

Atletas con apoyo económico desde 100 hasta 5,000 mensuales son los de ahora, que incluso han dejado de trabajar y entrenar porque resulta más rentable entrenar y estar en la élite del “ performance” deportivo, que laborar por un sueldo de salario mínimo. En otras palabras, el Estado ha profesionalizado al atleta.

Entonces no se puede comparar resultados alcanzados cuando no se tenía más que las ganas de entrenar y competir, con los resultados obtenidos ahora cuando la mayoría de las necesidades del atleta y de las organizaciones deportivas son cubiertas por el Estado. ¡Aunque usted no lo crea!

La comparación de lugares y medallas alcanzados no tiene cabida por todo lo explicado antes. Lo que sí se debe analizar con los atletas de ahora, es si el lugar alcanzado según la Tabla de Medallas, es cónsona con la inversión pública para estos juegos, comparada con la inversión pública de Guatemala y Costa Rica, países que estuvieron por encima de la representación de Panamá que participó en 36 de los 42 deporte convocados en “Guatemala 2025”.

Basta con revisar el medallero histórico de los Juegos Centroamericanos en base al total de medallas, para percatarnos que somos antepenúltimos y que en esa comparación solo superamos a Honduras y Belice, que no ha asistido a todos los juegos, como si lo hemos hecho nosotros.

Por todo lo anterior, resulta injusto comparar a atletas con solo ganas de triunfar con atletas de ahora con mejor estímulo deportivo público que cualquier profesional con título universitario. ¡Aunque usted no lo crea!

*El autor es abogado
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