• 15/08/2021 16:53

¿Vacunas, sí… o vacunas,no?

Pero, me pregunto: ¿tiene algún sentido cuestionar a un Presidente, cuyo único pecado es lograr que la totalidad de los funcionarios de su gobierno, estén vacunados contra un virus mortal?

En las últimas horas, ningún otro tema ha apasionado más a la opinión pública, que la anunciada evaluación del Presidente Cortizo sobre el posible envío a casa -sin salario- de todo aquel funcionario que aún no se haya vacunado contra la terrible Covid 19.

La mesa de la polémica quedó servida. Aquella posibilidad encendió las alarmas, corrió como pólvora, e hizo sonar gran cantidad de voces tanto en las redes sociales, como en los medios de comunicación.

Pero, me pregunto: ¿tiene algún sentido cuestionar a un Presidente, cuyo único pecado es lograr que la totalidad de los funcionarios de su gobierno, estén vacunados contra un virus mortal?

Por supuesto que no, en particular si tomamos en cuenta que un altísimo porcentaje de esos trabajadores -de enfermarse- podrían contagiar a ciudadanos sanos con los que están en permanente contacto, cuando estos acuden a reclamar servicios públicos de toda índole.

Tan peligroso es el riesgo, que en países como Estados Unidos y Canadá, exigen a sus servidores públicos, incluidos los soldados de sus ejércitos, estar vacunados. Esa exigencia ha reducido la cantidad de camas utilizadas en sus hospitales, y ha reducido dramáticamente la cantidad de muertes.

Por otra parte es justo reconocer que Cortizo, en persona, ha abanderado el programa continuo de vacunación. Lideró la compra oportuna de dosis suficientes con las fábricas de Pfizer y AstraZeneca. Una y otra vez ha ordenado que se oriente, y se estimule, a la población sobre la conveniencia y beneficios personales de vacunarse.

El Gobierno ha reiterado que no hará nada que viole lo que está escrito en la Carta Magna. Sin embargo, hoy escucho fuertes críticas contra el mandatario por hacer, lo que es un claro mandato de la Constitución que juró cumplir: combatir las enfermedades transmisibles y garantizar la salud de su pueblo.

Es no solo su deber, no solo su responsabilidad, es su obligación.

Ciertamente, en ocasiones no es fácil ayudar, y salvar, a personas que no quieren ni que los ayuden, ni que los salven. Pero, el bien común está por encima de todo. Tenemos el deber de impedir una transmisión incontrolada del virus. Mientras más personas estén vacunadas, mayor será esa barrera, que frene la propagación del coronavirus.

En lo personal, me parece absurdo que existan personas que rechacen contundentes evidencias científicas, que prueban la conveniencia de vacunarse. Para mí es de tercos, no querer protegerse frente a un virus que ya le ha arrancado la vida a miles de panameños, de todos los estratos sociales.

Las vacunas han probado hasta el cansancio, su efectividad. Conocidos todos sus beneficios, no podemos bajar la guardia. Mejor nos evitamos cargos de conciencia y avanzamos en la ruta correcta.

El autor es Laboratorista
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