• 27/02/2012 01:00

Visto de otra manera

D urante la década de 1990 estudié mucho sobre liderazgo, administración en sus diferentes ramas de ejecución, gerencia, visión, cambio ...

D urante la década de 1990 estudié mucho sobre liderazgo, administración en sus diferentes ramas de ejecución, gerencia, visión, cambio y demás áreas que proponían la formación de individuos que pudieran cumplir con las exigencias del mundo (yo diría la jungla) corporativa.

Las teorías versus la realidad son dos cosas muy diferentes. Los primeros, plantean conceptos que tienen a bien contribuir a mejorar el entorno para optimizar la producción hacia resultados positivos (eso en términos muy generales y aplicables a otras áreas del quehacer humano, no sólo el mundo corporativo). La realidad, como sabemos, es variable. Una cosa es querer prepararse para enfrentar las responsabilidades inherentes a construir una mejor empresa y otra, muy distinta, es la de navegar en una ciénaga entre cocodrilos y culebras humanas con intenciones personales muy inmundas con insaciable sed de poder.

De esas lecturas, y después de haberme dado cuenta que sirven de muy poco lo que proponen en un mundo de juegavivo, hay cuatro libros que recomendaría. En mi opinión, tienen el potencial de moldear una conducta profesional y humana subrayada por la honestidad; ya sea, para contribuir al engrandecimiento de una empresa o para adelantar una mejor causa humana.

Steven Covey y su propuesta de ‘Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva’; ‘La Quinta Disciplina’, de Peter Senge; ‘Leading Change’, de John Kotter; y ‘The leadership Challenge’, de Kouzes y Posner. De allí, la gran mayoría de los otros cientos de libros no son más que repetitivos y oportunistas. Pobres intentos de motivación para que sus autores hicieran dinero reciclando las ideas y los conceptos de otros.

Hoy, inician las clases a nivel nacional. Para sectores de bajos recursos y de la clase media, es la continuidad de las oportunidades por alcanzar un sentido de prosperidad en el futuro. Ese es el fundamento de la educación moderna y para el futuro, la oportunidad de servir a la Nación (no servirse de ella), con el objetivo de construir un mejor país y un mejor mundo para los que vendrán después de nosotros.

Hoy, también se reanuda el diálogo entre el gobierno y los indígenas Ngäbe, suspendido para que la semana de asueto de carnavales se pudiera realizar. He visto casi todas las opiniones a favor y en contra sobre este tema, sobre las exigencias de los grupos indígenas, y presiento que el ambiente para reiniciar las negociaciones se verá contaminado de mala voluntad, que no permitirá una salida que convenga a todos.

En principio, no comparto la posición de los grupos Ngäbe sobre el rechazo completo a la construcción de hidroeléctricas. No lo creo sensato, y tengo la impresión de que están siendo asesorados por individuos con otros motivos sectarios y politiqueros.

Creo que la posición del gobierno tampoco considera el bien común. Visto de otra manera, si nos adherimos al segundo enunciado de los siete hábitos de Covey ‘Comenzar con un fin en mente’ y definimos bien ese fin, podremos llegar a acuerdos compartidos.

¿Cuál debe ser el fin? No es tan compleja la respuesta a esta pregunta. Debe ser en beneficio de todos, no de unos cuantos. Hay quienes nos han querido sembrar la idea de que son los Ngäbe contra el resto de la población. De que el 11.4% de la población (los indígenas), no debe decidir sobre el resto de la población (los Ngäbe son alrededor del 7.7%). Yo no lo veo así. Por qué no comenzamos por aclarar: ¿Qué sectores utilizan más energía? ¿Para qué se utiliza? ¿Hay eficiencia en la distribución y uso?

Para toda Nación, el fin debe ser el mismo: afectar lo menos posible el planeta para que las futuras generaciones puedan tener un lugar digno y cómodo donde vivir. ¿Estamos haciendo eso? ¿Sabemos cuánta energía se consume en letreros luminosos, cuyo fin es incitar al consumo de productos y servicios de dudoso valor para la vida? ¿Cuánta energía consumen los casinos, abiertos todo el día con sus luces y su aire acondicionado, para sacarle dinero a los incautos? ¿Qué porcentaje de la población se enriquece con estos casinos y estos anuncios? En un rápido análisis, un experto en energía estimó que, el consumo de esos negocios pudiera dotar de energía, cada mes, a una barriada de clase media de unas doscientas casas. Cuando determinemos todas estas variables de consumo y uso energético, y decidamos, como sociedad, cuáles son necesarias o no, sabremos cuánta energía necesitaremos para vivir dignamente, con espacio para la diversión sana y el esparcimiento cultural. Y, sabremos cuántos ríos de las comarcas en realidad necesitamos represar.

De parte y parte, han abierto frentes de conflicto que poco tienen que ver con los verdaderos retos respecto a la utilización de los recursos naturales y la necesidad del conjunto humano en requerir de algo de energía para poder funcionar y hacer de su existencia (temporal por cierto) algo cómoda.

Kouzes y Posner hacen énfasis en la necesidad de una visión compartida. Visto de otra manera, la visión de crear emprendedores debe ir de la mano con acabar con los depredadores, y esa necesidad, debe iniciar este año lectivo. Que los muchachos entiendan que esa visión de ser empresarios va estrechamente ligada al cuidado de nuestra tierra y a un sentido más humano y solidario. Eso también, debe regir las negociaciones a partir de hoy.

COMUNICADOR SOCIAL.

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