• 28/08/2023 00:00

Votar por candidatos corruptos nos convierte en corruptos

“[...] la corrupción “contamina y daña la democracia”, haciéndola cada vez más indeficiente y abonando el camino para futuros “estallidos sociales”, [...]”

Muchos años después de la muerte del capo de la droga Pablo Escobar, aparecieron en algunas ciudades colombianas carteles con los titulares “Vota por Pablo Escobar”. Para muchos sorprendió, ya que el personaje de “marras” había cometido crímenes abominables tanto en Colombia como en el extranjero. Sin embargo, para otras personas Escobar era una especie de héroe popular que compartía su “riqueza” haciendo obras de beneficio a los más pobres. Algo muy parecido a “Hizo mal, pero ayudó”.

Por un tiempo incluso y luego de la desaparición del capo, su madre se ubicaba fuera de la iglesia en su pueblo natal a repartir dinero “a los necesitados”, invocando la memoria de su hijo que para muchos colombianos es recordado como una especie de Robin Hood. Hoy día se venden “souvenirs” en muchas partes del mundo donde aparece la imagen de Escobar como si fuera un santo.

¿Cómo se puede pasar para gran parte de la sociedad de “villano” a héroe? Para la psicóloga clínica estadounidense Ramani Durvasula, “la idea de lo correcto siempre será lo que beneficie a los psicópatas o las personas corruptas”. Muchas veces algunas personas se ven influenciadas por los mitos y rumores que circulan a su alrededor, donde la mentira puede transformarse en algo verdadero. Si lo que más suena de algún personaje es su carácter de “bondad” hacia las personas obviando los actos malvados, entonces esa persona será reconocida como alguien bueno. Estamos hablando de individuos sin capacidad de discernimiento y aquí se ubican tanto profesionales como analfabetas.

Cuando una persona reconocida como Pablo Escobar es capaz de “camuflarse” con una imagen de empresario y político exitoso, entonces sus otras actividades ligadas al crimen organizado se pueden ver minimizadas. De acuerdo a Durvasula, “también la gente solo mira el lado del beneficio, y lo que es socialmente aceptable”. Si es aceptable una idea que da cuenta de la justificación de acciones corruptas, entonces mucha gente la adoptará como suya.

En este tipo de comportamiento social hay mucho de doble moral y de falta clara de definición en cuanto a valores éticos. Es posible encontrarse a gente que “reza” a diario o acude sin faltar a cultos o a las iglesias, apoyando a personajes que tienen un pasado de corrupción. A este tipo de personas les resulta más práctico adoptar una actitud compartida por multitudes que asumir una postura propia.

No se puede estar con “Dios y con el diablo al mismo tiempo”, sostienen algunos líderes religiosos en nuestro país, que miran este tipo de conducta binaria como una acción de personas sin solvencia moral. El aspecto material de “ayuda” o compra de votos a cambio de favores se enfila en el mismo tipo de conducta impúdica, en el cual solo se mira la parte material.

Bajo el manto impoluto de lo que muchos afirman que son, también se esconde la tendencia de un sector significativo de la población que aprueba acciones deshonestas cuando están “blindadas” de un supuesto beneficio social. Entonces, una persona que otorga su voto a un candidato a sabiendas de su perfil y pasado corrupto ¿puede ser catalogado como corrupto? Claro que lo sería, puesto que la historia de la humanidad registra eventos en los cuales las “mayorías pueden también equivocarse”, ya sea por miedo, empatía, soberbia, ignorancia u otros factores.

Hoy día, en casi todas las agendas de candidatos que optan por una alta magistratura en los países de América Latina está de forma inflexible el tema de la corrupción, puesto que la misma ha llevado al abismo del endeudamiento y la descomposición de muchas instituciones de dichos países de los cuales Panamá también forma parte.

Es evidente que la corrupción “contamina y daña la democracia”, haciéndola cada vez más indeficiente y abonando el camino para futuros “estallidos sociales”, pero también es verdad que “si la corrupción es una enfermedad, la transparencia es una parte importante de su tratamiento”, Kofi Annan (premio nobel de la Paz).

Sociólogo y docente.
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