• 04/10/2018 02:00

Cuentistas panameños del Siglo XXI

Lo más sorprendente son las muchas aristas que determinan la personalidad de estas y otras obras de los nuevos cuentistas

Más de 100 nuevos cuentistas han surgido en Panamá en lo que va del siglo XXI. Parece una invención exagerada, pero una sencilla investigación bibliográfica, así como la existencia de diversas compilaciones y antologías, demuestran la magnitud y características de este singular auge. Un 80% de esos autores ha publicado entre uno y seis libros de ficción breve, mientras que los demás se han dado a conocer por su participación en diversos libros colectivos o por haber publicado en la revista cultural ‘Maga'.

De ese total, la mitad son mujeres. Sin duda un fenómeno digno de estudio, tanto colectivo como individual, ya que todos estos nuevos escritores, de diversas edades, profesiones y visiones de mundo, van surgiendo casi al mismo tiempo con una gran libertad creativa y con estilos relativamente diferenciados en un país de apenas cuatro millones de habitantes, en el que la Cultura no ocupa un papel significativo, y mucho menos la creación literaria. Y sin embargo, todos ellos escriben, crean obras breves de ficción narrativa que enriquecen la literatura panameña. Es decir, desarrollan un genuino deseo de ser escritores y, en muchos casos, el talento necesario para lograrlo; lo cual necesariamente implica que con sus obras se imponen al ambiente adverso que, en teoría, debería frenar tales ímpetus.

A mi juicio, no son pocos los libros de cuentos de particular interés, muchos de ellos sobresalientes, publicados en lo que va del siglo XXI por creadores en su momento emergentes, lo cual representa una renovación interesante de la ficción breve en Panamá: ‘La voz en la mano' (2003), de Érika Harris; ‘Si te contara' (2004), de Lupita Quirós Athanasiadis ‘La mujer en el jardín y otras impredecibles mujeres' (2005) de Isabel Herrera de Taylor; ‘Bajareques' (2007), de Alondra Badano; ‘Destinos circulares' (2010) de Lissete E. Lanuza Sáenz; ‘La noche de mi espera' (2011), de Maribel Wang González; ‘Mirada de mar' (2013) de Gonzalo Menéndez González; ‘Cuentos de precaristas, indigentes y damnificados' (2004), de Héctor M. Collado, son a mi juicio algunos de los más relevantes.

Entre los más recientes: ‘Abrir las manos' (2013), de Cheri Lewis G.; Malos agüeros' (2015); de Eduardo Jaspe Lescure; ‘Almas urbanas' (2015) de Olga de Obaldía; ‘Pretextos para contarte' (2016), de Danae Brugiati Boussounis; ‘Caminando en círculos' (2016) de Nicolle Alzamora Candanedo y ‘Agujeros negros' (2017), de Ela Urrioa. Y este año hasta el momento han aparecido, a mi juicio, dos obras excepcionales ‘Augurio' (2018), de Gilza Córdoba y ‘Fugacidades en un panal de fuegos' (2018), de Gloriela Carles Lombardo.

Lo más sorprendente son las muchas aristas que determinan la personalidad de estas y otras obras de los nuevos cuentistas, tanto en el acertado manejo de su variada temática como en las técnicas literarias empleadas para contar sus muchas historias. Desde textos realistas tradicionales hasta ficciones fantásticas, pasando por acercamientos a lo onírico, lo absurdo, lo erótico, lo sicológico, lo social e, incluso, lo metafísico y la minificción, estos escritores de reciente data han sabido crear espacios inéditos a la imaginación y a la reflexión, así como al indispensable gozo estético, emocional e intelectual de la lectura.

Se trata de una verdadera fiesta de la nueva cuentística de Panamá, que es preciso leer y disfrutar. Sin duda, a este auge han contribuido en parte los talleres literarios dictados por varios destacados escritores locales, así como el Diplomado en Creación Literaria que lleva 16 años de existencia en la Universidad Tecnológica de Panamá. Aunque por supuesto también hay talentos naturales que han surgido por cuenta propia.

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