• 28/09/2017 02:00

El Consenso de Washington

 Entonces, ¿funcionó el Consenso de Washington? 

El último tramo de la década de los 80 y principios de los 90 fue de muchos cambios en el mundo. El golpe de Estado en Paraguay de 1989 que terminó el reinado de 35 años de Alfredo Stroessner en Paraguay. Nicolae Ceausescu fue ejecutado en 1989, luego de dirigir con mano dura a Rumania desde 1967. Cayó el Muro de Berlín, que dio paso a la reunificación de Alemania. Cayó la Unión Soviética y apareció la revolución tecnológica de Internet. En Panamá también hubo un cambio. Una nefasta invasión puso fin al régimen dictatorial que gobernó el país por 21 años y que terminó el 20 de Diciembre de 1989. En ese entonces, los gurús de los Estados Unidos pensaron el mundo y Panamá no estuvo exento de esa realidad, más cuando somos considerados su patio trasero. Las fórmulas abarcaban políticas que propugnaban la estabilización macroeconómica, la liberalización económica con respecto tanto al comercio como a la inversión, la reducción del Estado, y la expansión de las fuerzas del mercado dentro de la economía doméstica. Todo este pensamiento se denominó ‘el Consenso de Washington'. Pero ¿qué tanto se cumplió en Panamá? Si hacemos un análisis serio al respecto, la realidad es que aquí los dirigentes que asumieron el poder tras la caída de Noriega, lo que hicieron fue aplicar su viveza y aprovecharse de la situación. Primero, no cambiaron la Constitución, para así conservar el poder. Segundo, no entraron a competir con la apertura del mercado; en su lugar vendieron las empresas a las transnacionales. Cuando se privatizaron el IRHE y el Intel, se creó la Autoridad de los Servicios Públicos, entidad que inmediatamente fue desmembrada por el Gobierno de Moscoso, para nombrar a su gente y luego siguió el fiesto y hoy vemos los resultados en el sistema eléctrico. Entonces, ¿funcionó el Consenso de Washington? Por lo visto no y ahora es nuestra responsabilidad rescatar el país de las manos de los corruptos, no vaya a ser que desde afuera nos vuelvan a aplicar sus recetas, pero esta vez con sus propios mecanismos.

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