El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, convocó este jueves a una jornada de alistamiento de las “fuerzas milicianas” durante el fin de semana, en...

Los reclamos de los productores de leche en todo el país parecen un eco de un problema conocido que ningún gobierno ha sido capaz de atender con propiedad. Hoy enfrentamos una emergencia en este sector productivo, arrastrada desde el momento en que Panamá decidió abandonar el cultivo de la tierra en favor de las importaciones. No se trata de estigmatizar a los comerciantes que se dedican a traer alimentos del extranjero ni a los sectores que compiten con lo producido localmente, sino de encontrar un balance que ponga el desarrollo del país por encima de intereses individuales. Garantizar la soberanía alimentaria es un desafío de primer orden: significa apostar por proteger a la nación frente a los vendavales internacionales que arrecian con vientos de conflictos geopolíticos. Urge un consenso nacional para establecer e implementar una verdadera política agroalimentaria que incorpore a todos los actores del sector. Si el gobierno pretende dejar como legado grandes obras de infraestructura, un legado histórico aún mayor sería sentar las bases de la soberanía alimentaria nacional. Esto implica impulsar centros de investigación, fortalecer las instituciones de apoyo al agro, acabar con los monopolios en la cadena de comercialización y sanear las instituciones financieras relacionadas con el sector. Estamos hablando de los alimentos del futuro y de nuestros hijos. No hay tiempo que perder.