Interés preferencial

La idea de ayudar a los que menos tienen con un mecanismo legal que les permite comprar una vivienda nueva y pagar una mensualidad más baja de lo normal, es inmensamente buena. Sin embargo, la denominada ley de interés preferencial se ha prostituido de tal forma que hoy es literalmente un negocio y una irresponsabilidad. Y es que se le está dando incentivos a la construcción de viviendas sin casarlo con la eficiencia de estas y el resultado, cada ves que suben el subsidio, sube la tierra y los márgenes de ganancia de los constructores y el consumidor lo único que recibe es una casa más cara que es lo mismo. En pocas palabras, con el subsidio paga más por menos. Es una especie de esclavitud moderna. Solo en el año 2022 el Estado pagó cerca de 70 millones de dólares en subsidios preferenciales. Sí, estamos de acuerdo con los intereses preferenciales, pero no cabe que una casa que vale 60 mil dólares, termine siendo vendida en 180 mil dólares. El subsidio del interés preferencial debe ser bien analizado y evitar el escandaloso atraco con una supuesta ayuda a los menos favorecidos. Lo real es que no estamos ayudando al más necesitado y encima estamos afectando toda la cadena. Sí hay que ayudar con el interés preferencial, pero este mecanismo tiene que regularse. Por ejemplo, que el interés preferencial sea mayor a la vivienda de menor valor y menor a medida que aumenta. Eso incentiva a que verdaderamente se construya para favorecer a los menos favorecidos. Seguir como vamos es premiar el juega vivo. ¡Así de simple!