• 23/04/2019 02:00

Limitar el poder presidencial

Lo hace presa de su propio poder, porque la gula, la ambición, la avaricia, etc.

Uno de los grandes problemas que padecen los países de América Latina con el presidencialismo directo es el desmesurado poder del Ejecutivo. Lo hace presa de su propio poder, porque la gula, la ambición, la avaricia, etc., se apoderan del Gobierno, que actúan sin control sobre todos los ciudadanos. El problema con el presidencialismo directo es que tiene pocas limitaciones y el contrapeso que debe ser el Legislativo, se convierte en un apéndice y a cambio de dádivas y prebendas, le aprueba todo lo que el gobernante de turno quiere. Uruguay es el único país que tiene un sistema presidencialista, donde hay más balance. Por algo está entre los 15 países más democráticos del mundo. Panamá también tiene un sistema presidencialista donde la concentración del poder en el Ejecutivo, lo convierte en un foco de corrupción. La Asamblea Nacional tiene que jugar un papel más predominante y convertirse en el contrapeso del Ejecutivo. En Uruguay, por ejemplo, el Legislativo tiene la potestad hasta de destituir ministros. En pocas palabras, el presidencialismo con una alta concentración de poder, es un fracaso y prueba de ello es lo que ocurre en cualquier país de América con este sistema. Hay un período medianamente pasable y otros de verdadera desgracia. Esto ocurre porque se depende de quién gobierna y no del sistema. Cuando el Legislativo es un apéndice del Ejecutivo y no un contrapeso... Si en Panamá no limitamos el poder del Ejecutivo, la corrupción seguirá caminando a sus anchas.

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