Cuatro de los cinco jueces de la sala hallaron culpable al líder ultraderechista y a siete de sus aliados, entre ellos exministros de su Gobierno (2019-2022)...

El proyecto de Río Indio se perfila como una de las inversiones de infraestructura más relevantes para el futuro de Panamá. Con una inversión estimada en 1,600 millones de dólares, se percibe como una apuesta estratégica que busca responder a un reto ineludible: garantizar agua para la navegación y para las comunidades en un escenario de creciente vulnerabilidad climática. No obstante, el entusiasmo que genera un proyecto de esta magnitud no puede estar desligado de la responsabilidad social que implica. Las autoridades del Canal han reconocido que será necesario reasentar a cientos de familias, un hecho que no debe tratarse como un trámite, sino como un compromiso humano y ético. La historia de grandes proyectos de infraestructura en Panamá y en el mundo ofrece lecciones valiosas: cuando las comunidades sienten que son escuchadas, respetadas y compensadas de manera justa, el desarrollo se convierte en una oportunidad compartida. Cuando ocurre lo contrario, la desconfianza y el resentimiento pueden marcar para siempre el legado de la obra. El proyecto Río Indio puede y debe convertirse en un ejemplo de cómo equilibrar el interés nacional con la justicia social. Esto requiere un plan de reasentamiento transparente, participativo y hecho a la medida de cada familia, no como una política genérica, sino como un verdadero programa de acompañamiento humano. El futuro del Canal de Panamá y la seguridad hídrica del país son razones de peso para avanzar con el proyecto. Pero no olvidemos que el verdadero desarrollo solo es legítimo cuando coloca a las personas en el centro de las decisiones. Río Indio tiene la oportunidad de ser una obra de ingeniería de clase mundial y, al mismo tiempo, un símbolo de respeto y compromiso con la gente.