Panamá atravesó por una situación difícil durante la dictadura militar. Fueron 21 años de manejo unilateral, donde la fuerza de los cuarteles era lo que imperaba. Durante la última década de la dictadura, la situación se agravó a tal extremo, que fuimos objeto de un corralito económico y mucha gente quedó sin trabajo, el dinero escaseaba y también los bienes y servicios y los alimentos. Panamá fue objeto de una invasión extranjera y eso en nada nos enorgullece, pero fue la salida del momento, porque el todopoderoso Noriega, no hizo una transición ordenada que permitiera el retorno de la democracia y el restablecimiento de nuestra economía. Venezuela atraviesa por un problema muy similar. No mandan las botas, pero para el efecto, Maduro es un dictador que ha llevado a Venezuela a estar en el peor momento de su historia: ¡Venezuela está en ruinas! Ya el discurso de Maduro no cala en su propio pueblo y mucho menos a nivel internacional. ¿Qué espera para propiciar el diálogo con la oposición o simplemente renunciar y darle paso a un nuevo mandatario para que de urgencia llame a nuevas elecciones que pongan a Venezuela nuevamente en la senda democrática? La situación es tan difícil que puede pasar lo peor: Un estallido social que nadie controla, con la consecuente pérdidas de vidas humanas. También puede ser objeto de una sublevación interna, cuyos resultados son impredecibles. Los grandes líderes saben reconocer cuando decir basta. ¿Será Maduro capaz de reconocer que su turno acabó?

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