Delgadas líneas rojas

Convulsiones, exceso de salivación, pupilas contraídas, visión borrosa o dificultades respiratorias. Estos son algunos de los síntomas que producen las armas químicas que mataron al menos a 355 personas en Siria y que fueron ideadas para matar a muchas más. Mientras los jefes militares de las ‘potencias’ mundiales abogan por ‘impedir la impunidad’ de este primer atentado bajo la sospecha de que puedan venir muchos otros, algunos se preguntan: ¿qué ocurre tras cruzar la delgada línea roja? La respuesta es simple: nada. Los medios están hartos de pedir a las autoridades que actúen. Las autoridades están hartas de debatir y debatir sobre la mesa sin mover un solo dedo. Pero los rebeldes y los militares están hartos de morir. Las guerras sólo sirven para reivindicar una vieja idea: la del todo lo vale. Hace meses, el presidente de EEUU, Barack Obama, dijo que el uso de armas químicas era la línea roja que podría precipitar algún tipo de intervención. Con esto se demuestra una vez más que las líneas son, como explica el analista Jesús Núñez, conceptos elásticos que sirven más para el discurso que para la acción.