• 08/08/2014 02:00

Irving, El Grande

El ejemplo de Irving Saladino debe servir como inspiración a los jóvenes deportistas para no desmayar

Aquel 18 de agosto, Panamá entero se paralizó para seguir la competencia de salto largo de las Olimpiadas de Beijing 2008. Seguramente la frecuencia cardíaca de Irving Jahir Saladino Aranda llevaba no solo la de su corazón, sino la de todos los panameños. Fue un momento de esos que subliman como ‘de gloria’.

De las piernas y el alma de Saladino, Panamá obtenía su primera y, hasta ahora, única medalla de Oro Olímpico. Lloyd LaBeach, con sus dos medallas de bronce en Londres 1948, y Saladino son los únicos nacionales que han acariciado la gloria olímpica.

El anuncio de este excelso deportista de su retiro como atleta activo, deja tristeza; pero, al mismo tiempo, permite poner en perspectiva la grandeza de un hombre que, con disciplina, entrega, dedicación y mucho esfuerzo, saltó desde la dura vida en las calles de Colón hasta convertirse en el más grande del olimpismo nacional. Su ejemplo sirve para los jóvenes deportistas, quienes deben buscar en él y sus hazañas la inspiración para no desmayar y seguir adelante hasta alcanzar ‘la gloria’.

Nuestro homenaje a Irving Saladino que, como los grandes, ha sabido cerrar una etapa, cuando lo ha creído oportuno. Ahora, iniciará otras, siempre con la admiración de todos los panameños.

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