Alternativa racional

Jorge Amado dijo: ‘Asunto más traicionero que la política, solo la justicia. Por eso siempre andan juntas, de la mano'. La innegable subordinación de la Asamblea al Ejecutivo, que pareciera ser su notaría, sumado al pacto existente entre el Órgano Legislativo y el Judicial, conforme al cual en ambas instituciones se archiva toda denuncia que se reciba, independientemente de que justifique una investigación integral de las presuntas faltas, explica, y justifica, la pérdida absoluta de credibilidad en los tres órganos del Estado. Sistemáticamente, y ante cualquier señalamiento, sin excepción, todos aducen actuar en estricto apego a la Constitución y a las leyes de la República o bien esgrimen argumentos de carácter formal, asumiendo que así la ciudadanía comprenderá y aceptará, dócilmente, la imposibilidad de investigar. Los pretextos varían, desde el haber omitido consignar el domicilio del funcionario señalado, hasta la falta de la prueba sumaria. Creerán los ‘honorables' que basta con ponerle ropaje jurídico a cualquier disparate para convertirlo en ley. En la Encíclica Pacen in Terris , del papa Juan XXIII, abril de 1963, dice: ‘Cuando una ley está en contradicción con la razón, se la llama ley injusta, y así no tiene razón de ley, sino que más bien se convierte en una especie de acto de violencia'. Y en efecto, en el escenario nacional prima la violencia institucional y la incompetencia, el populismo y la improvisación no sirven para resolver elementales necesidades sociales o requerimientos de la ciudadanía. Más que ‘leyes', con semejante labor, las autoridades parecieran más interesadas en favorecer la violencia, cuando deberían propiciar el bien común. La asfixiante corrupción, en un ambiente enrarecido por la justicia selectiva, exige hacer un alto y advertir los riesgos implícitos de un escenario tan descompuesto. Basta de engaños, de corrupción y cinismo. Constituyente o colapso.