• 01/11/2018 01:00

La decencia en función de Gobierno

En otros, en cambio, afloraron graves crisis institucionales y terribles pugnas entre los políticos

Después de casi 30 años de ‘democracia' en Panamá, los ciudadanos han presenciado experiencias de Gobiernos de todos los matices ideológicos en la mayoría de los países latinoamericanos. Algunos han logrado envidiables niveles de estabilidad política y respeto entre los distintos actores de la vida democrática, tales como Chile y Uruguay. En otros, en cambio, afloraron graves crisis institucionales y terribles pugnas entre los políticos y ciudadanos, creando un clima de inestabilidad que pareciera endémico en estos pueblos. Y hay algo en común en todos ellos: la gran crisis se debe en gran medida a la corrupción generalizada promovida desde las cúpulas, ya sea política o económica. La situación por la que atraviesan Honduras, Guatemala y Nicaragua, en Centroamérica y Venezuela, Perú y Brasil, en Sudamérica, son claros ejemplos de las conductas corruptas de los gobernantes, independientemente sean de izquierda o de derecha. Es decir, la corrupción no es una conducta de uso exclusivo de una ideología, sino producto de la falta de valores en los partidos y ciudadanos que se dedican a la actividad política y se alejan del principio fundamental que establece que gobernar es para servir y no para lucrar. Por fortuna, frente al descrédito de los gobernantes y de la clase política, han surgido dirigentes de distintas ideologías que nos dan esperanza de que la democracia en América se puede rescatar. En el caso panameño, el país ha atravesado por una bonanza económica, pero también lo peor de la corrupción. Ojalá también salgan esos dirigentes probos, verdaderos patriotas y con un respeto por la democracia, que nos devuelva la decencia a la función de Gobierno.

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