Analfabetas culturales

Panamá tiene una rica historia y un sinnúmero de atributos literarios que retratan a este noble pueblo de una forma extraordinaria. Escritores, poetas, pintores o cuentistas, forman parte de esa pléyade de hombres y mujeres que destacan el ser nacional y lo ponen en un contexto lógico que engrana con nuestro aporte a la civilización humana. Pero por una costumbre perversa, la representación cultural no se utiliza como atributo para vender este grandioso Panamá. Lejos de lo que hacen otros países que exaltan sus culturas, nuestra representación diplomática carece del elemental conocimiento cultural, histórico o folclórico panameño y muchas veces, incuso, nos avergüenzan y el país sufre de la mofa externa. Lo lamentable es que solo y por esfuerzo propio, es que algunos panameños logran romper esa barrera del anonimato externo y se llevan los aplausos y admiración de quienes lo conocen. Mariano, Durán o Irving Saladino son exponentes deportivos de Panamá, pero en la rama literaria están escritores de la talla de Rogelio Sinán, Manuel Orestes Nieto o Joaquín Beleño, por mencionar solo tres, que bien los gobiernos le pueden promover sus obras en los diversos países donde haya una representación diplomática. Desgraciadamente no lo han hecho y el país ha perdido una oportunidad para darnos a conocer como nación. No significa, empero, que debamos seguir siendo analfabetas culturales en el extranjero y como estamos por inaugurar próximamente un nuevo Gobierno, que sea el momento para romper la tradición perversa de que la cultura siga siendo la cenicienta de Panamá. Es hora de exaltar lo nuestro y elevar a nuestros escritores, poetas, pintores y cuentistas, a que le digan al mundo quiénes somos en Panamá.