Guerra al hampa

El gran reto que tiene el nuevo Gobierno para proveer de seguridad a la población ha dado sus primeros pasos. El ministro de Seguridad empezó con algunas acciones importantes y ya dio pasos para sanear los estamentos policivos, acabando con el desgreño existente y levantando la moral del recurso humano para que su desempeño sea eficiente y les sea respetada su dignidad por los superiores. La comunidad tiene esperanzas en la efectividad de las medidas adoptadas por la actual administración y cada vez se involucra más en la cooperación ciudadana para combatir la delincuencia. El presupuesto debe responder a las difíciles necesidades del servicio y para tener una mayor vigilancia con cámaras y operaciones de inteligencia y así desarticular efectivamente los grupos delictivos. Evidentemente, la lucha contra el hampa debe ir unida a los programas sociales de prevención y rehabilitación y a la eficiencia del sistema judicial y penitenciario. Incluso para algunos hay que endurecer las penas y ampliar las instalaciones penitenciarias para sacar de circulación la mayor cantidad de delincuentes. Hay que analizar las realidades de países hermanos y las políticas empleadas contra este flagelo. Nuestro país todavía está a tiempo de ganarle la guerra al hampa, pero la lucha no es fácil. Hay más de 200 bandas que se dedican a todo tipo de actividades delictivas y a todos los tráficos. Si se trabaja con disciplina, recursos, entrenamiento, organización, estrategias, voluntad y liderazgo, podemos —en los próximos años— ver los logros en la guerra contra el hampa.