Un cambio de sistema

Si hay algo que caracteriza a América Latina es que tiene un sistema político fracasado. El engaño gira alrededor del “fortalecimiento de la democracia”, pero llevamos casi 200 años en un sistema presidencialista que lo que se fortalece es la corrupción y la desigualdad, en lugar de la democracia. Incluso, esta terquedad de seguir con un sistema fallido nos ha llevado a dictaduras crueles y cambios bruscos que terminan arruinando a nuestros países. Los países latinoamericanos, en especial Panamá, tienen que mirar con seriedad este asunto, porque aquí está harto probado de lo fallido que es el sistema presidencialista que engorda a unos pocos y empobrece a muchos, resaltando la desigualdad, la corrupción, la voracidad y la mezquindad, por encima de la solidaridad humana. Los países nórdicos son un ejemplo de cómo un sistema logra modificar conductas de la sociedad y desarrollar la misma, por más caótico que haya sido su historia pasada. Es necesario, entonces, que los panameños analicemos con seriedad pasar de este sistema presidencialista fallido a uno parlamentario, porque continuar con el desgaste actual, lo único que nos garantiza es la Venezuela chavista, un país próspero, pero desigual que se dejó encandilar por un líder que, lejos de levantarla, la sumió en su más caótica pobreza. Panamá está en un período donde encargó como facilitador al PNUD, el proyecto constitucional y ojalá sepamos aprovechar la coyuntura para sacar un nuevo Panamá.