• 29/04/2023 08:15

Mujeres afganas

“Debe haber más acción y menos discurso. Tener memoria corta no es una opción. Nuestra solidaridad con las afganas es total”

¿Nos hemos olvidado de lo que pasa en Afganistán? Allá existe una represión brutal contra mujeres y niñas, ante la mirada indiferente del resto del planeta. Desde 2021, con la llegada al poder de los talibanes, las afganas han vuelto a la Edad Media. A pesar de las promesas iniciales de una postura más moderada, el Gobierno talibán ha impuesto duras medidas. La más reciente: prohibirles trabajar con las Naciones Unidas, pese a que ese país sufre una de las peores crisis humanitarias del mundo. Más de 28 millones de personas, entre ellas más de 15 millones de niños, necesitan colaboración y protección; y esta terrible decisión socava la prestación de ayuda y, aún más grave, elimina los derechos fundamentales de la mujer. En Afganistán, las mujeres que sonríen son peligrosas; las que leen son una amenaza; las que estudian, un cúmulo de desafíos; las que desean ser independientes económicamente y tener una cuenta bancaria, intimidan. Eso lo creen y lo promueven los talibanes. Las prefieren dóciles, invisibles, deambulando encarceladas tras un burka. Prohibir la educación para las niñas más allá del sexto grado y el acceso de las mujeres a espacios públicos, como parques y gimnasios, es un logro para ellos. Las afganas –que representan el 50% de la población– merecen vivir y desarrollar su espíritu crítico, que ha sido anulado por la carencia de herramientas de formación. El mundo entero no debe cesar hasta que se revoquen las políticas y prácticas que restringen los derechos humanos y las libertades fundamentales de las mujeres y las jóvenes afganas. Los organismos y grupos internacionales deben ser más enérgicos. Debe haber más acción y menos discurso. Tener memoria corta no es una opción. Nuestra solidaridad con las afganas es total.

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